Llévame al huerto by Sandra Bree

Llévame al huerto by Sandra Bree

autor:Sandra Bree [Bree, Sandra]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Humor
editor: ePubLibre
publicado: 2022-04-21T00:00:00+00:00


Capítulo 13

Era extraño no encontrar mi ropa en el dormitorio. Me la había quitado antes de meterme en la cama. Salí a preguntar a Fabio por si la había cogido él. En ese momento, Josefina subía las escaleras con las prendas.

—Toma, Marta. Las metí en la secadora cuando traje el albornoz. Estaba muy húmeda para que te las pusieras.

—Gracias.

—Fabio me ha dado un recado para ti. Quiere que te diga que hoy no hay manera de salir de la isla. Han suspendido los vuelos por la tormenta y no se sabe si los reanudarán a lo largo de la noche.

Resoplé. Tenía que haberlo imaginado con el día que estaba haciendo.

—¡Qué mala suerte tengo!

—Aquí te vamos a cuidar bien.

—Te lo agradezco, Josefina, pero no voy a quedarme.

—¿Cómo qué no? —Me miró frunciendo el ceño al tiempo que se ponía las manos en las caderas—. No sé qué te habrá hecho el tonto de Fabio, ni por qué habéis discutido, pero ¿dónde vas a estar mejor que aquí?

Josefina parecía no recordar muy bien con quién estaba hablando.

—¿En mi hotel? —Ella pestañeó y dejó caer las manos a ambos lados del cuerpo—. Además, mi inseparable amiga, la Visa Oro y yo, siempre vamos juntas.

—Lo siento, Marta. No tenía que haberme metido en asuntos que no me conciernen —se disculpó, sonrojada.

Me sentí fatal. En otras circunstancias no habría contestado de ese modo. Josefina no tenía la culpa del tiempo, ni de que a mi padre se lo hubiera tragado la tierra, ni de nada.

—Te pido que me perdones tú a mí. Estoy nerviosa y no pienso lo que digo.

—¿Te quedarás entonces?

Tampoco había querido decir eso, aunque la verdad, no tenía ganas de marcharme. La ayuda de Fabio, o más bien su compañía, me tranquilizaba y hacía que me sintiese útil. Pero, por otro lado, mi cabezonería no quería darle el gusto de que pensara que lo necesitaba, porque no era así.

—Sí —asentí—. Me quedo.

—Hay algo más que quiero decirte —susurró echando un vistazo rápido a la escalera. Comprobó que no había moros en la costa y me empujó hasta meterme dentro del dormitorio y cerrar la puerta con intriga—. Los papás de Fabio han oído hablar de ti y quieren invitarte a la fiesta sorpresa que le están preparando por su cumpleaños.

—¿A Fabio?

—Sí. Es este viernes.

¡El viernes! Abrí tanto los ojos que las pestañas me tocaron las cejas. ¡Fiesta de cumpleaños!

¿Sería para el mismo famoso para el que yo iba a cocinar un menú diseñado por mí? Si era así, ¿por qué Bastiaan no me había dicho nada cuando vio a Fabio?

Me faltó nada para cabrearme. ¿Fabio lo sabría? Los ojos me hacían chiribitas. Pero se repitió en mi mente la frase de Josefina: «la fiesta sorpresa que le están preparando». De modo que él no sabía nada.

—No puedo confirmarlo. Espero que para entonces ya sepa algo de mi padre.

—Claro, lo comprendo. No creo que Fabio se preste a celebrar nada si aún no ha aparecido el señor Dalaras.

Me encogí de hombros.

—Sin duda lo conoces mejor que yo, pues no tengo ni idea de lo que él va a hacer.



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