Leal al corazón by Noa Xireau

Leal al corazón by Noa Xireau

autor:Noa Xireau [Xireau, Noa]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2021-10-25T00:00:00+00:00


Capítulo 24

María

Para cuando llegué a las termas, Irene y lady Eleora ya se encontraban a sus anchas en el agua, y parecían haber dado buena cuenta de la comida y la bebida, a deducir por la bandeja medio vacía de queso y pan colocada en el borde del baño, además de las copas en sus manos.

—¡Su majestad! Llegáis tarde —me recriminó Irene entre risitas—. No sabéis la de historias que me ha contado Eleora.

Arqueé una ceja. ¿Desde cuándo lady Eleora se había convertido en Eleora a secas? Si las manchas rojizas en las mejillas de Irene ya me habían dado alguna indicación, las repentinas confianzas con la cortesana confirmaron su estado ebrio. No es que me molestasen las confianzas entre ambas, al contrario, la mujer me había ayudado a tramar el rescate de Kaden, pero apenas la conocíamos y seguía sintiéndome dividida entre mi necesidad de confiar en ella y el miedo a que pudiera traicionarnos.

—El día que consiga participar en un consejo, en el que todos esos idiotas no se pasen las horas protestando y perdiendo el tiempo en estúpidas discusiones, será el día en que pueda morir en paz —mascullé mientras metía la punta del pie en el agua para bajar los escalones—. Detesto a esos dichosos hombres. Es como si no tuvieran otra cosa que hacer que dedicar su vida a complicar la mía. —Si el agua no me hubiese llegado hasta el pecho, habría dado un pisotón por el simple hecho de airear parte de mi frustración.

—Eso suena al conde de Redland o a uno de sus amigos del alma. —Lady Eleora sonrió con los ojos cerrados y una expresión de éxtasis en su rostro.

—Redland, Clouthsword, Greymore… ¿qué más da? —Me coloqué a su lado y acepté la copa de vino de Magda, mientras trataba de olvidar que era la prometida de Kaden y, ahora, una nueva incorporación a mis damas de compañía—. Si pudiera los enviaría a todos a la horca esta misma tarde. Y con ellos a esos seguidores fieles que se han buscado para que los rodeen como monigotes.

—Mmm… Eso podría traer consecuencias. —Eleora tomó un sorbo de su copa y me escudriñó con un ojo entreabierto—. ¿Qué ha hecho esta vez?

—Convencer a los estimados miembros de mi consejo de que debo casarme, ¿te parece poco?

—Pues… si quiere que le sea franca, su majestad, probablemente sea una opción que le solucionaría bastantes problemas —expuso lady Eleora con cautela.

—¡No quiero casarme! —Di un manotazo al agua antes de hundir la cabeza con un gemido—. Además, no es solo eso, es la forma en la que pretende manipularme y poner a todos en mi contra. Necesito encontrar alguna solución. Cualquier día, él y sus amigos, me meterán en un problema del que no seré capaz de librarme. A este paso serán ellos los que van a acabar por llevarme a la horca.

—A las mujeres de la realeza no las ahorcan, les cortan el cuello —me recordó Irene.

—Gracias por ser tan específica —refunfuñé con sequedad—. Ahora,



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