Las insólitas aventuras de las hermanas Shergill by Balli Kaur Jaswal

autor:Balli Kaur Jaswal [Jaswal, Balli Kaur]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2019-01-01T00:00:00+00:00

Capítulo diez

Nuestro quinto gurú, gurú Arjan Dev Ji, dijo que el baño en las aguas sagradas del sarovar limpia todos nuestros pecados. El agua libra a las personas de enfermedades, nutre nuestros cuerpos y aporta claridad a nuestros pensamientos y acciones. La inmersión de vuestro cuerpo en el néctar de la inmortalidad aportará fortaleza y plenitud eternas a vuestro espíritu.

Jezmeen cogió agua con las manos y las levantó para echársela por la cabeza; el agua le cayó por el rostro y rellenó los huecos de sus clavículas. Olía a lluvia de verano, a frescor y tierra húmeda. Habría podido estar allí todo el día, no tanto por la liberación espiritual como por librarse del calor que hacía. Los ecos de las voces de las mujeres resonaban mezclados en un curioso ruido de fondo, y cuando cerró los ojos pensó que aquel baño transmitía una serenidad casi sobrenatural.

Cerca de ella, una mujer con un salwar blanco remangado hasta las rodillas andaba por el estanque con una niña pequeña cargada en la cadera; iba cantándole al oído, y se inclinó para coger agua con la mano y mojarle los piececitos.

—Esta es el agua de Dios; es agua sagrada y te protegerá —le dijo a la niña, que pataleaba y chillaba feliz.

Jezmeen se acordó de las historias sobre leprosos cuyas llagas empezaban a sanar después de entrar en contacto con esa agua milagrosa. Eran leyendas, pero le parecía raro que el milagro no ocurriese al instante y que la curación de los leprosos fuese un proceso que duraba semanas o meses. Pensó que para los niños debían ser historias muy aburridas si detallaban las pequeñas mejorías que iba notando el leproso en sus llagas y sus músculos. Se inclinó juntando las manos para coger más agua, y mientras le corría por los hombros comprendió que el objetivo del baño espiritual era iniciar un lento proceso de sanación.

Cuando abrió los ojos parpadeando entre las últimas gotas, vio una enorme carpa naranja cerca de sus pies. Era imposible saber si era la misma que había visto al entrar en el agua, pero parecía consciente de su presencia y estaba muy quieta, como observándola. Jezmeen se quedó mirando al pez, pensando si habría llegado hasta ella por algún tipo de intervención divina, y se acordó de los ojos brillantes de la arowana y de su boca moviéndose como si hablara un idioma antiguo.

—Diles a tus amigos que me estoy esforzando para ser mejor —le dijo Jezmeen a la carpa.

Una mujer de mediana edad que estaba cerca la miró extrañada y luego asintió cuando vio al pez. Jezmeen movió un pie para agitar un poco el agua y espantarlo. Mientras lo veía alejarse empezó a sentirse arrepentida, mucho más arrepentida que cuando murió la arowana, pero no sabía por qué. Sintió un nudo de lágrimas en la garganta, y la idea de que el estanque servía para la purificación le recordó a su madre sentada en la cama del hospital, con la carta temblando entre las manos mientras se la leía en voz alta.

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