Las aventuras de Hadjí Babá by James Justinian Morier

Las aventuras de Hadjí Babá by James Justinian Morier

autor:James Justinian Morier
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Histórico
publicado: 1997-08-09T22:00:00+00:00


XLII

Acude al campamento real e inventa la más burda mentira

Preocupado por la amenaza del sirdar, acudí a mi jefe. Sabiendo cuánto envanece a nuestros grandes hombres ejercer un poder exclusivo sobre sus subalternos, no dejé de repetirle las palabras del sirdar. Montó en cólera. Para suscitar entre ellos una bronca, me bastaba con azuzarlo atizando la llama que había provocado en él. Pero el miedo al sirdar pudo más que la confianza que yo tenía en la protección de mi amo, el jefe de los verdugos, y pensé que era preferible desaparecer en aquel momento. Así que solicité de mi jefe permiso para volver a Teherán. Satisfecho de la oportunidad que le ofrecí de demostrar que el sirdar no tenía ninguna autoridad sobre sus hombres, aceptó y me dio sobre la marcha las instrucciones sobre el informe que debía hacerle al gran visir concerniente a la última expedición y, en particular, acerca de cómo debía abultar sus propias hazañas.

—Tú estabas allí, Hadjí —me dijo—. Por tanto, puedes describir todo el ataque tan bien como yo mismo. No podemos decir que fue una victoria, porque lamentablemente no podemos esgrimir como prueba ninguna cabeza cortada. Pero tampoco fuimos derrotados. Asno de nacimiento, el sirdar, en vez de esperar a la artillería y servirse de la infantería, se lanzó sobre una ciudad fortificada sólo con sus caballos. Se sorprendió al ver que la guarnición le cerraba las puertas y abría un fuego nutrido desde lo alto de la muralla. Naturalmente, suspendió el ataque y se retiró, deshonrado. Si yo hubiera estado solo al mando, otro gallo cantaría, pero por lo menos fui el único que se atrevió a enfrentarse cuerpo a cuerpo con el enemigo. Y por eso, ¿quién resultó, una vez más, mortalmente herido? Si no hubiera sido por el río que nos protegía, ninguno de nosotros estaría vivo para contarlo. Tú dirás todo eso, y mucho más.

Acto seguido me entregó un paquete de cartas dirigidas al gran visir y a diversos personajes, así como un informe para el sha, y me despidió.

Encontré al sha todavía acampado cerca de Sultanieh, aunque el otoño ya había empezado y se acercaba el momento de su retorno a Teherán. Me presenté en la audiencia del gran visir junto a otros correos procedentes de diferentes regiones del imperio, y le entregué los mensajes. Cuando los leyó, me hizo llamar y me dijo en voz alta:

—¡Bienvenido! ¿Así que estuviste en Hamamlu? Los infieles no se atrevieron a enfrentarse con vuestro gran jefe, ¿eh? Después de todo, a nadie le gusta vérselas con los jinetes ni con las espadas persas. Por lo que veo, tu amo está herido. Realmente es uno de los más fieles servidores del sha. Afortunadamente, su herida no es grave. El combate debió de ser encarnizado en ambas orillas del río.

A todo esto, y a otras muchas consideraciones, yo respondía: «Sí, sí, sí» o «no, no, no», de acuerdo con las sucesivas preguntas. Por fin paladeaba la dicha de ser considerado un hombre que volvía del combate.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.