La Vida Nueva De Pedrito Andía by Rafael Sanchez Mazas

La Vida Nueva De Pedrito Andía by Rafael Sanchez Mazas

autor:Rafael Sanchez Mazas [Sanchez Mazas, Rafael]
Format: epub
Tags: prose_contemporary
editor: www.papyrefb2.net


XLII

BAJÉ de cumplir la promesa con un vacío inmenso en mi interior que me espantaba, y aunque yo quería resignarme como un buen cristiano y que fuera lo que Dios quisiera, siempre se me caía el alma a los pies y no conseguí con rezos ni con nada ponerme tranquilo. Me pasé dos noches malísimas con aquel sufrimiento moral de las dudas y de día lo mismo, hasta que se creyeron en casa si sería otra vez cuestión de la salud, y se alarmaron. Yo no podía resistir el desengaño tan atroz después de haber subido, como subí, descalzo y que me fallase todo por completo, a pesar de pedírselo a la Virgen días y días con una ilusión loca y en la seguridad de que Ella me anunciaba lo que había de ser en aquel sueño. Después el Padre Cornejo me dijo que yo tenía más credulidad que fe y que de los crédulos se hacen, sobre todo, los incrédulos. Pero aquello entonces me deshizo, me puso más desconsolado que nunca y sin ganas de salir ni de hablar con nadie, porque dejé de confiar en los milagros, que siempre son, cuando se ve uno en las últimas, la mayor esperanza. Las perdí todas para siempre esos días y me dio miedo ver que para lo porvenir no tendría ya el agarrarme, como a un clavo ardiendo, a esperar que la Virgen a lo último me ayudara. Se me quitaban, y eso fue horrible, las ganas de rezarle más nunca, por mucho que yo comprendiera que me volvía así un desagradecido y un infame, después de tantos beneficios, como el de salvarme la vida y, más que nada, el de crecer.

Hasta entonces yo había vivido como sosteniéndome a pulso, creyéndome que a fuerza de rezar por lo de Isabel yo movería las montañas cuando no hubiese más remedio, y, al fin, vi que no. Me aterré de pensar a lo que podría yo llegar por ese camino de las dudas y ni sabía cómo viviría en adelante sin el mayor consuelo que yo tenía sobre para todas las cosas.

Cuando más cavilaba sobre lo mismo se me armaba más confusión y me pasaba todo el día de un humor pésimo. Ni siquiera fui a confesarme entonces ni hasta mucho después, porque, además, en los veranos, yo no tenía confesor fijo como el de Orduña y solía ir con cualquiera y con el que más con don Josechu, que era un confesor para niños. Seguí dos días echado en mi cuarto muy triste, con el vacío aquel tan inmenso y unas angustias de morir, hasta que fui a Andía y me calmé, aunque por dentro me sentía muy diferente y ya no creía como antes ni muchísimo menos. Siempre andaba de acá para allá como perdido y, hasta que vino lo que vino, al final, no cambié. Me daba pena recordarme de los entusiasmos fantásticos cuando me puse bueno y hasta lo que comía para ponerme pronto fuerte y cumplir la promesa.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.