La venganza de los Judoon by Terrance Dicks

autor:Terrance Dicks
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ciencia ficción, Novela
publicado: 2008-02-28T00:00:00+00:00

El Doctor vadeaba a través de la melaza, al menos, eso quiso creer que era. En cuanto se hubo acercado al castillo, se había encontrado con una pared invisible. Un campo de fuerza, tal y como se había esperado.

—Un campo de fuerza muy poderoso —murmuró—. Lo bastante poderoso como para hacer rebotar a un jinete atacando. ¡Pero no para un cierto Doctor!

Sacó su destornillador sónico y capturó una serie de lecturas. Hizo algunos reajustes en la herramienta y su punta brilló con fiereza.

—¡Ajá! —dijo el Doctor—. ¡Eso lo arregla todo!

El Doctor dibujó la forma de un gran arco con su destornillador sónico.

—¡Ábrete Sésamo! —dijo. Dio un paso a través del arco en el campo de fuerza, y se quedó a la mitad.

—Retroceso temporal —murmuró.

Zarandeando su brazo con gran dificultad, hizo otro arco. Se movió unos cuantos centímetros hacia adelante y se volvió a quedar atrapado. Centímetro a centímetro el Doctor se abrió camino a través del campo de fuerza. Era un trabajo largo y dificultoso. Pero al final llegó al otro lado. Sus ropas eran un charco y estaba jadeando.

—Tecnología Judoon —murmuró—. ¡Siempre chuleándose!

Corrió hacia el castillo. Llegó a las paredes, aparentemente sin ser visto. Atravesó un arco de piedra y llegó a una pesada puerta forrada de metal. Se abrió con un crujido, y el Doctor se encontró a sí mismo en un pasillo de piedra pulida.

—La entrada del servicio —murmuró el Doctor—. No importa —se movió con cuidado hacia adelante. El pasillo llevaba a una escalinata. El Doctor la subió y se encontró a sí mismo en otro pasillo. Aquel estaba cubierto de alfombras rojas con pilares blancos y dorados a través de las paredes.

—¡Esto está mejor! ¡Señores, señoras y doctores por aquí!

Recorrió el pasillo, con sus pies silenciados por la gruesa alfombra. Entonces, de repente, oyó un pesado pof, pof, pof viniendo detrás de él. Se agachó detrás de uno de los pilares.

Unas gigantescas figuras aparecieron al final del pasillo, seis de ellas marchando en una estricta formación militar. Saliendo de detrás de los pilares, el Doctor vio una armadura brillante negra de batalla, unas largas túnicas de cuero cubiertas de metal, unas botas grandes, y armas colgando de los cinturones. Y estaban los enormes cascos redondeados. «Eran los Judoon, estaba claro» pensó el Doctor, «pero eso, ya lo sabía desde hacía rato. ¿Quién más podría robar un edificio entero? ¿Pero qué estaban tramando? Aquella era la pregunta. ¿Y quién les había contratado?».

De repente, el Doctor se dio cuenta de que no estaba solo en la alcoba. Antes de que pudiera reaccionar, un frío círculo de acero le tocó detrás de la oreja. Una áspera voz le susurró:

—¡No te muevas o te mataré! ¿Quién eres y qué estás haciendo aquí?

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