La sombra de Fourneau by Maite R. Ochotorena

La sombra de Fourneau by Maite R. Ochotorena

autor:Maite R. Ochotorena
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Policial, Intriga
publicado: 2015-07-05T22:00:00+00:00


Capítulo 30

Isabelle Le Meur no era feliz, estaba aliviada, agradecida, incluso sentía cierta paz… pero no era feliz. Por supuesto era muy consciente de su buena fortuna, cuando habiendo pasado tantas y tan trágicas calamidades seguía con vida.

Sin embargo, aunque por fin disfrutaba de una relativa seguridad, no lograba desprenderse de sus recuerdos, y constantemente echaba la vista atrás. Echaba de menos a su familia, abatida cruelmente en el salvaje ataque a las Tullerías durante las primeras etapas de la revolución. También sufría por la ejecución de su joven esposo en el cadalso.

Desde que Frontillac Dabancourt la invitara a vivir bajo su protección, el asedio que los agentes del Comité de Salud Pública habían estado ejerciendo sobre ella, había cesado por completo. El caballero, no en vano era Juez en París, la había sacado de la cárcel, donde había estado esperando una pronta ejecución. Hubiera seguido el mismo destino que su esposo de no ser por él.

Le debía la vida.

Miró por la ventana sin ver. Las calles de París y el Sena se extendían más allá… La luz de la mañana brillaba sobre su hermosa piel nacarada mientras sus profundos ojos verdes destellaban llenos de tristeza. Entre ella y su protector existía una relación de respeto, aunque en lo que a Isabelle se refería, preponderaba sobre todo un inmenso sentimiento de deuda, muy por encima de cualquier otra emoción. El Juez, antiguo amigo de su familia, se volcaba en hacerla olvidar, muy sensible al sufrimiento al que había estado sometida, viuda y sin medios ni familia que la ayudara a salir adelante.

Desde luego su deuda con Dabancourt era considerable. Entonces…

Estaba agradecida, y dispuesta a hacer lo imposible por pagar esa deuda. Pero no era feliz.

No podía serlo cuando sus sentimientos estaban en otra parte. Joris Duchesne era un joven caballero, muy amigo suyo desde que tenían siete años. Estaba y siempre estaría muy presente en su corazón. Así como el juez la había salvado de una muerte segura, él había salvado su corazón protegiéndola con sus visitas constantes a la Conciergerie, con su compasión, su lealtad inquebrantable y su perseverancia. Jamás había dudado de ella, incluso cuando sus padres la habían obligado a casarse con Renard Le Meur en un matrimonio de conveniencia concertado desde su nacimiento… Jamás había vacilado, pese a que se arriesgaba al apoyarla, y la había consolado, manteniéndose firmemente a su lado incluso cuando los ojos acusadores de los lobos de París se habían vuelto hacia él por sostenerla. Era, en resumidas cuentas, alguien muy cercano a quien ahora echaba terriblemente de menos. Esto también la entristecía. Desde que Dabancourt la había acogido sus visitas se habían ido espaciando y se comunicaban cada vez más por carta. El motivo estaba claro: al Juez, a sus cuarenta y seis años de edad, no le parecía bien que un caballero joven y bien parecido, que además evidenciaba sentir algo más por ella… frecuentara tanto a su protegida. Y ella se sentía incapaz de desairarle.

Esto la hacía muy desgraciada.

Se esforzaba.



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