La silla del abuelo by Nathaniel Hawthorne

La silla del abuelo by Nathaniel Hawthorne

autor:Nathaniel Hawthorne
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Variada
publicado: 1841-08-09T23:00:00+00:00


CAPÍTULO 7

"William Shirley," dijo el abuelo, "había venido de Inglaterra hacía algunos años, y estaba dedicado al ejercicio de las leyes en Boston. Quizás imaginarán, mis pequeños, que tratándose de un abogado, el nuevo gobernador solía sentarse en nuestra silla para dedicarse a leer todo el día libros muy aburridores de derecho. Por el contrario, Shirley fue el gobernador más activo y emprendedor que Massachusetts ha tenido. Incluso Sir William Phipps no se podría comparar con él. Los primeros años de su administración se dedicó a estabilizar la situación monetaria. En 1744, después de un período de paz de más de treinta años, estalló la guerra entre Francia e Inglaterra."

"Supongo que el gobernador," dijo Charley, "intentó invadir Canadá."

"No exactamente Charley," dijo el abuelo, "aunque tu suposición no es descabellada del todo. El gobernador planeó en 1745 una expedición contra Louisburg, una ciudad amurallada situada en la isla Cabo Breton, cerca de Nova Scotia. Los muros que la rodeaban eran inmensamente altos y fuertes, y estaban custodiados por numerosos cañones. En realidad se trataba de la fortificación más grande que los franceses tenían en América, tanto así, que si el rey de Francia hubiera adivinado las intenciones del gobernador Shirley, no habría dudado un segundo en enviar todas las naves disponibles para defenderlo."

Como la toma del fuerte Louisburg fue uno de los acontecimientos más importantes en el cual participaron los habitantes de Nueva Inglaterra, el abuelo se animó a describirles a los niños con lujo de detalles todo lo ocurrido. A este relato lo llamaremos:

El Reclutamiento en la Provincia

La expedición contra Louisburg estaba planeada inicialmente para enero. Desde aquellos días, la silla del abuelo permanecía constantemente rodeada por consejeros, representantes políticos, clérigos, capitanes, pilotos, y en fin, por toda clase de personas con las cuales se asesoraba el gobernador para la ejecución de su ambicioso proyecto.

En primer lugar, era necesario reclutar hombres y conseguir armamento. La Legislatura aportó rápidamente una gran suma de dinero con la cual el gobernador esperaba conseguir todos los cañones, la pólvora y las balas, las espadas y los mosquetes, y todo lo que fuera necesario para arrasar como por arte de magia con los franceses. Los tambores redoblaron en todas las poblaciones de Massachusetts para reclutar a los nuevos soldados. Enviaron varios mensajes a los demás gobernadores de Nueva Inglaterra, a Nueva York y Pennsylvania, con el propósito de convencerlos de que se unieran en esta cruzada contra los franceses. Todas las provincias apoyaron la causa y ayudaron en todo lo que pudieron.

Pero todavía quedaba algo muy importante por decidir. ¿Quién sería el nuevo general de este gran ejército? La paz había durado tanto, que la experiencia militar de los colonos era la más pobre que se había visto en todos los tiempos. Los primeros puritanos siempre habían conservado sus armas muy resplandecientes, y nunca renunciaron a su condición de aguerridos soldados, expertos para defenderse y sobre todo para atacar al enemigo. Ahora, las espadas de sus descendientes estaban oxidadas por el desuso. No había nadie



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