La sangre de los inocentes by Julia Navarro

La sangre de los inocentes by Julia Navarro

autor:Julia Navarro [Navarro, Julia]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Drama, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2007-01-01T05:00:00+00:00


9

Laila bajaba con paso rápido por las callejuelas del Albaicín. Había quedado en un pub situado en el centro de Granada. La esperaban dos de sus compañeras de despacho. El pub Generalife solía ser el punto de encuentro de buena parte de la gente joven de la ciudad; quedar allí era garantía de encontrarse con muchos amigos y conocidos, sobre todo los fines de semana.

Cuando entró, su amiga Paula le hizo señas para indicarle dónde estaban sentadas.

—Te has retrasado —le recriminó Paula.

—Sí, es que mi hermano acaba de llegar. Hacía mucho que no le veía. Ya sabes que vive en Alemania.

—Hace un siglo que no le veo, ¿sigue tan guapo? —preguntó su amiga Carmen.

—Sí, como siempre —respondió sin ganas Laila.

—Era guapísimo y un rato ligón —insistió Carmen.

—Era. Ahora se ha casado y tiene dos niños.

—¡Se ha casado! Pero ¿cuándo? —quiso saber Paula.

—No hace mucho.

—¿Y los niños? —preguntó curiosa Carmen.

—Son del primer matrimonio de su esposa.

—¡Vaya palo! —exclamó Carmen.

—¿Por qué? —Lada estaba deseando terminar la conversación, pero no quería parecer grosera con sus dos mejores amigas.

—Pues porque tu hermano era más joven que nosotras, le llevamos dos o tres años, o sea que debe de andar por los treinta, y casarse y ser padre de dos hijos es una pasada. ¿Terminó sus estudios?

—Sí, ya sabes que hizo Turismo y que se marchó a Alemania para aprender bien alemán. Allí tenernos familia… bueno, ¿habéis cenado ya?

—Sí —respondió Paula—, hemos tomado unos pinchos. Por cierto, me llamó Alberto para decirme que se pasará por aquí con Javier; deben de estar a punto de llegar.

Laila pidió una tónica y cogió distraídamente un cigarrillo de la cajetilla que Paula tenía sobre la mesa.

—¿Vuelves a fumar? —le preguntó ésta.

—No, es que… bueno, estoy un poco nerviosa; además, no he dejado de fumar del todo y de vez en cuando enciendo algún pitillo.

Carmen comenzó a contarles los pormenores de una reunión que había mantenido aquella misma tarde con un nuevo cliente que estaba en proceso de separación matrimonial. Para alivio de Laila, las tres amigas se enzarzaron en la conversación; prefería olvidar por un rato el enfrentamiento con su hermano.

Carmen y Paula no sólo eran sus mejores amigas, sino que la habían incorporado al despacho que ambas habían montado junto con Javier.

Las había conocido en la facultad. Ellas venían de un colegio de monjas mientras que Laila había estudiado en un colegio público. Allí, al principio la miraron como a un bicho raro. Pero Laila les demostró no sólo que era inteligente y capaz de sacar las mejores notas de la clase, sino que era buena compañera, siempre dispuesta a ayudar a los demás.

No había sido fácil que la trataran como una más. Sobre todo porque su padre se negaba a que ella hiciera gimnasia como las otras niñas, incluso la obligaba a ir con hiyab al colegio. Hasta el día en que Laila se rebeló. No dijo nada para no ofender a su padre, pero en cuanto se alejaba unos metros de su casa se quitaba



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