La Rosa Blanca by José M. García Pelegrín

La Rosa Blanca by José M. García Pelegrín

autor:José M. García Pelegrín [García Pelegrín, José M.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 2006-01-01T05:00:00+00:00


La lucha por Stalingrado ha terminado. Fieles a su juramento a la bandera hasta el último respiro, el VI Ejército, a las modélicas órdenes del mariscal general Paulus, ha sucumbido a la superioridad del enemigo y a la inclemencia de este.

Stalingrado supuso no sólo el punto de inflexión militar en la Segunda Guerra Mundial, sino también un giro político: a partir de ahora los Estados neutrales y también los aliados de Alemania se fueron preparando para la derrota alemana; Gran Bretaña y Estados Unidos comenzaron a contar desde entonces a la Unión Soviética entre los vencedores de la Segunda Guerra Mundial. El efecto psicológico en el seno del ejército fue particularmente importante: si, con sus conquistas durante la «guerra relámpago» (Blitzkrieg) en Polonia y en especial en Francia, Hitler había conseguido acallar las voces críticas de oficiales y generales frente a un jefe del Ejército que había terminado la Primera Guerra Mundial con el grado de cabo, ahora Stalingrado ofreció la ocasión para que muchos oficiales volvieran a la oposición.

Entre la población alemana, Stalingrado fue el detonante para reconocer en la propaganda del régimen un instrumento de engaño consciente por parte del nacionalsocialismo. En Baviera, a esta circunstancia se sumó la riada de refugiados que huían de las ciudades industriales del occidente alemán, muchas de ellas destruidas por los bombardeos. Colonia, por ejemplo, venía siendo bombardeada sistemáticamente desde mayo de 1942; a comienzos de 1943, todo el centro de la ciudad estaba reducido a ruinas: sólo la catedral seguía en pie, pues servía a los aviones como orientación. A la par que se extendía el hambre y el miedo, comenzaba a difundirse también la certeza de que Alemania no podía ganar ya la guerra. Para contrarrestar este estado de ánimo, el ministro de Propaganda, Joseph Goebbels, convocó para el jueves 18 de febrero de 1943 a 15.000 personas seleccionadas entre los más adeptos al partido en el Palacio de los Deportes de Berlín. Sobre la cabeza de Goebbels se alzaba una inmensa bandera con la inscripción «Guerra total: la guerra más breve». Las cámaras del Wochenschau («informe semanal») y los micrófonos que trasmitirían el discurso por radio, hasta el último rincón de Alemania y de los territorios ocupados, tomaron posición. Ese discurso fue el punto culminante en la carrera de Goebbels: se trataba de transformar el mayor desastre que había sufrido el ejército alemán hasta la fecha en una demostración de la voluntad de continuar la guerra hasta la «victoria final». En un arrebato de demagogia sin parangón, el «ministro de Propaganda» consiguió electrizar a las masas. Su discurso constaba de diez preguntas.

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