La roca de los susurros by Robyn Carr

La roca de los susurros by Robyn Carr

autor:Robyn Carr
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico
publicado: 2009-08-09T22:00:00+00:00


—Vaya, Melinda, aquí está tu bebé —dijo John sonriendo mientras le hacía la ecografía.

Mel se llevó la mano a los ojos mientras John y Jack examinaban la pantalla, concentrados en aquel corazón diminuto que palpitaba en lo que apenas era una bolita de carne.

—¿Cuándo tuviste la regla por última vez? —le preguntó.

Mel se quitó la mano de los ojos para fulminar a su marido con la mirada.

—Eh, todavía no ha vuelto a tenerla —contestó Jack por ella.

—¿Ah, no?

—Por lo menos, que yo sepa —dijo Jack, encogiéndose de hombros.

—Hace un año y medio, ¿de acuerdo? —replicó Mel—. Aproximadamente. He estado dando de mamar a un bebé, he estado embarazada. Y parece que estoy condenada a pasar el resto de mi vida con los pechos doloridos y los tobillos hinchados.

—Parece que estamos de buen humor, ¿eh? Muy bien, yo creo que llevas ocho semanas embarazada. Es un cálculo bastante preciso, creo. Saldrás de cuentas a finales de mayo, ¿qué te parece?

—Genial —contestó irritada.

—Tendrás que perdonar a mi esposa —dijo Jack—. Ella pensaba que era infértil. Supongo que después de este embarazo habrá renunciado definitivamente a esa ilusión.

—Ya te he dicho que como se te ocurriera gastar alguna broma...

—Melinda —respondió Jack con expresión firme—, no era una broma.

—¡Lo que no entiendo es cómo ha podido pasarme algo así! Mi primer embarazo fue casi un milagro y David todavía está lactando cuando ya estoy embarazada otra vez.

—¿Nunca has oído decir que un embarazo puede curar la infertilidad? —le preguntó John.

—Sí —respondió disgustada.

—Sabes a qué me refiero, y probablemente mejor que yo. Pero supongo que no te lo has aplicado a ti, ¿verdad?

—¿A qué te refieres? —le preguntó Jack.

—Muchos de los factores que provocan la infertilidad desaparecen después de un embarazo, la endometriosis es uno de ellos. Muy a menudo, después de una concepción que se considera milagrosa, los siguientes embarazos son mucho más fáciles. Además, cuando una mujer cambia de pareja, cambia también la química. Procurad no olvidarlo —sonrió de oreja a oreja—. ¿Quieres continuar dándole de mamar a David? —le preguntó John a Mel.

A Mel se le llenaron los ojos de lágrimas.

—Todavía no estoy preparada para dejarlo —dijo.

—Mel parece dispuesta a darle de mamar hasta que vaya al colegio —intervino Jack.

—Pensaba que sería mi único hijo y quería hacer las cosas con calma —respondió Mel.

Una lágrima se deslizó por su mejilla. Tenía un aspecto desolador.

Jack se acercó entonces a ella y la abrazó. Tenía una intuición única para saber cuándo podía funcionar un gesto como aquél o cuándo podía valerle una bofetada. Sabía que en aquel momento, Mel necesitaba su apoyo.

—En ese caso, estudiaremos tu programa de vitaminas y añadiremos algunos suplementos. Es posible que puedas seguir dando de mamar a David durante un par de veces al día, las que os resulten más cómodas tanto a ti como a él. Tendrás que beber mucha agua para mantener también los fluidos del feto —John le tomó la mano—. Intenta tranquilizarte, Mel. Tienes muy buena salud, tu primer parto fue un éxito y años atrás habrías vivido este embarazo como una respuesta a tus súplicas.



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