La proposición by Elvira Ashton

La proposición by Elvira Ashton

autor:Elvira Ashton
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Novela
publicado: 2016-05-17T22:00:00+00:00


De nuevo en el presente…

Erik la apartó de nuevo cogiéndola de los brazos para poder mirarla directamente a los ojos.

-¿Te dejará él diseñar?

CAPÍTULO 4:

Él sí la dejaría diseñar. Erik. No, no era eso exactamente. Con él no tendría que elegir, ni esperar su aprobación, o su permiso. No perdería su libertad, ni su identidad en manos de otra persona. Lo sabía porque con él nunca se sentía de esa manera. ¿Raymond? La respuesta era tan evidente que le daba vergüenza contestar.

Se apartó de sus brazos y se sentó en una butaca frente al tocador, de espaldas al espejo.

-¿Y ahora qué? -preguntó en un susurro.

-¿Qué quieres que diga, Kayla? ¿Contestarás a mi pregunta?

¿Casarse con él? No estaba preparada…

Erik se acercó y, para su sorpresa, se arrodilló a sus pies.

-¿Quieres que te la repita?

-No has respondido al por qué ahora…

Él se levantó, de nuevo frustrado.

-¿Qué quieres que diga? -se pasó la mano por el pelo de una forma inconsciente y tan propia de él que a ella le llegó al corazón, y a un punto más sensible de su cuerpo. - Simplemente creí que esperarías…

-¿A qué? ¿A ti? ¿Ibas a pedírmelo?

-¿No acabo de hacerlo? ¿Quieres que te lo ruegue? He venido en cuanto lo he sabido, ¿no es eso suficiente para ti? ¿No es suficiente, Kayleigh?

¿Lo era? Ella todavía no estaba segura.

-No lo sé Erik, yo… no lo sé.

-Entonces te lo demostraré.

No pensaba dejarla pensar. No iba a dar ni un ápice de poder a las palabras. Erik no quería pararse a dilucidar para sentirse culpable, o para dudar, ni pensaba dejar que lo hiciera.

Se acercó a ella despacio, muy consciente de todo lo que se escondía debajo de aquel horrible batín que ella se había puesto, y que de todas formas tampoco ocultaba su cuerpo bajo el horrible camisón.

Horrible, seductor y transparente. La recorrió con la mirada desde los pies, metidos en unas zapatillas adornadas con pompones, pasando por sus piernas tapadas, su cadera y sus pechos. Cuando llegó a su cuello, notó la respiración acelerada de ella, y tuvo que ascender con sus ojos para cruzarlos con los de ella.

Y lo que vio allí le dio el empuje que necesitaba para continuar. Ella le deseaba, Kayleigh, tan recatada e inocente, y a la vez tan vibrante, tan viva como siempre.

Se arrodilló para coger uno de sus pies con su mano sin dejar de mirarla a los ojos. Ella pareció algo asustada y él se enfadó. No pensaba volver a repetir su oferta de matrimonio, no de momento.

-Empezaré por aquí… -le dijo, notando la voz ronca.

-Erik…

Kayleigh intentó hablar, pero el tacto de su mano sobre su pie la hizo olvidar lo que iba a decir. Él masajeó su pie de forma brusca, sin suavidad, y después subió su mano por su pantorrilla con la misma dureza. No era brusco ni le hacía daño, era más bien como si quisiera despertarla, mostrarle algo, y lo estaba consiguiendo.

Con cada roce de sus dedos ascendiendo por su pierna, una ráfaga de placer la recorría.



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