La princesa de las llamas by Ru Emerson

La princesa de las llamas by Ru Emerson

autor:Ru Emerson [Emerson, Ru]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 1985-12-31T16:00:00+00:00


21

La Lectora de Tarots se deslizó con calma en un asiento frente al Rey, mientras Elfrid encendía otra lámpara. La luz formaba como un charco amarillento entre la pálida mujer y el rubicundo y rubio Sedry; un charco de luz que oscilaba cuando el viento sacudía la tienda. El Rey observaba fascinado cómo la Adivina abría el cofre y sacaba sus cartas, que después barajó con destreza varias veces, antes de desplegarlas ante él en un abanico, con un solo movimiento.

—Elegid una carta, Señor.

El Rey parpadeó y contempló el iridiscente arco de bordes dorados que tenía ante él. Después de una larga y concienzuda reflexión, escogió una, la señaló y, ante un gesto de la Adivina, la retiró del conjunto. Ella se inclinó sobre la mesa para volverla boca arriba y la colocó entre ellos dos, antes de recoger el abanico y volver a barajar. El Rey del Amanecer, con su sol resplandeciente en alto, les contemplaba con expresión solemne.

La Adivina sonrió sin dejar de manipular el mazo.

—Excelente elección, Majestad. Éste es el Tarot de un Príncipe coronado, líder de una nación. Una persona que tiene poder y conoce sus usos buenos.

—¿Y sus usos malos? —inquirió Sedry entre dientes. El vino parecía dominarle otra vez. La Adivina se encogió de hombros, aún sonriendo, y puso el mazo frente al Rey quien, con grave circunspección, cortó una vez más.

—Todo poder, Señor, es, en alguna medida, mal usado. ¿No os parece?

Sedry pareció reflexionar, cabeceando con aire ausente. Luego se inclinó ansiosamente hacia adelante, mientras la Adivina empezaba a ordenar las cartas en el más complejo de todos los diseños: el Árbol de la Vida. Dos Pentáculos, encerrados en una pirámide más grande, formaban la copa del Árbol; dos hileras de tres cartas cada una descendían desde el pie de la pirámide para formar el tronco. La Adivina se detuvo varias veces mientras volvía las cartas boca arriba, frunciendo el ceño a medida que el esquema se revelaba. Sedry observaba en silencio, fascinado.

—Estas cartas —dijo por fin la Lectora, señalando con un gesto las seis cartas inferiores— son vuestra base, vuestros cimientos; y ésta —señaló el pentáculo izquierdo— es la parte de vuestro pasado que ejerce influencia sobre vuestro futuro. Ésta —e indicó el otro pentáculo— es ese futuro. Alrededor están las personas, los hechos, que pueden controlar vuestro destino si vos les permitís hacerlo; o que pueden ser moldeados por vos, para controlarlo.

—¡Ah! —Sedry respiró hondo y plantó los dos codos sobre la mesa, sosteniéndose la barbilla con las manos. La Adivina volvió al juego desplegado ante ambos.

—En conjunto, es una lectura alentadora, Señor —afirmó—. Aunque tendréis que tomar decisiones para obtener un buen resultado. Aquí, en vuestra base, está la Princesa de la Primavera, una dama muy joven y bella; ¿y que os es muy querida, tal vez?

—Juseppa —murmuró Sedry ante la vacilación de la Adivina—. Mi Reina.

—Por estas cartas que la rodean, aquí y aquí, Cuatro de Bastos, Dos de Agua, se ve que ella llegará también a amaros mucho;



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