La pluralidad del mundo by Hannah Arendt

La pluralidad del mundo by Hannah Arendt

autor:Hannah Arendt [Arendt, Hannah]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Filosofía
editor: ePubLibre
publicado: 2019-01-15T00:00:00+00:00


II

La autoridad como factor único, si no decisivo, de las comunidades humanas no siempre existió, aunque tiene tras de sí una larga historia y las experiencias en las que se apoya este concepto no están necesariamente presentes en todas las entidades políticas. El vocablo y el concepto son de origen romano. Ni la lengua griega ni las variadas experiencias políticas de la historia griega muestran un conocimiento de la autoridad o del tipo de gobierno que ella implica[252]. Esto se expresa con toda claridad en la filosofía de Platón y de Aristóteles, quienes, de maneras muy distintas pero desde las mismas experiencias políticas, trataron de introducir algo semejante a la autoridad en la vida pública de la pólis griega.

Había dos tipos de gobierno en los que se podían inspirar y de los que extrajeron su filosofía política: uno lo conocían por el ámbito político público y el otro gracias a la esfera privada de la casa y la vida familiar griegas. En la pólis, el poder absoluto era conocido como tiranía y las características principales del tirano eran que gobernaba por medio de la violencia pura, que una escolta debía protegerlo del pueblo y que se empeñaba en que sus súbditos se dedicaran a sus propios asuntos y dejaran que él atendiera el espacio público. Para la opinión pública griega, esta última característica significaba que el tirano destruía todo el ámbito público de la pólis —«una pólis que pertenece a un único hombre no es una pólis»—[253]. y, por tanto, privaba a los ciudadanos de esa facultad política que ellos sentían como la esencia misma de la libertad. Otra experiencia política de la necesidad de mando y obediencia podría haberse originado en la guerra, donde el peligro y la necesidad de adoptar y llevar adelante las decisiones con rapidez parece constituir un motivo inherente al establecimiento de la autoridad. Sin embargo, es posible que ninguno de esos modelos políticos pudiera servir para ese objetivo. Tanto para Platón como para Aristóteles, el tirano seguía siendo un «lobo con forma humana» y el comandante militar estaba conectado de manera demasiado evidente con una emergencia temporal como para servir de modelo de una institución permanente.

Por esta falta de una experiencia política válida en la que se pudiera basar una apelación al gobierno autoritario, tanto Platón como Aristóteles, si bien de maneras muy diferentes, tuvieron que basarse en ejemplos de relaciones humanas tomados del gobierno doméstico y de la vida familiar de Grecia, en la que el jefe de familia hacía las veces de «déspota», con un dominio indiscutible sobre los miembros de su familia y los esclavos de la casa. El déspota, a diferencia del rey, el βασιλεύς, que había sido el principal de los jefes de familia y, como tal, primus inter pares, por definición estaba investido con el poder de reprimir. Pero precisamente esta característica era la que hacía al déspota poco adecuado para objetivos políticos; su poder coercitivo no solo era incompatible con la libertad de los demás, sino también con su propia libertad.



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