La piedra resplandeciente by José Ortega Ortega

La piedra resplandeciente by José Ortega Ortega

autor:José Ortega Ortega [Ortega Ortega, José]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Aventuras, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2000-12-31T16:00:00+00:00


oooOooo

Tan abstraído como siempre, sin dedicar una mirada a sus antiguos compañeros de viaje, pero sin un gesto de triunfo, manteniendo su permanente indolencia y aspecto ausente, Einar entró en la Casa del Tiempo.

Cruzó por pasillos de mármol y angostos pasadizos donde lámparas de aceite que colgaban de los techos daban una débil luz. Por todas partes había hombres y mujeres, antiguos héroes y magos echados en el suelo, como si durmieran, pero sus ojos estaban abiertos, y más bien parecían suspendidos en una eterna agonía. Algunos habían muerto, y otros más se descomponían en la penumbra.

Sorteó los cuerpos y llegó a una humilde estancia lateral. Allí, tras una cortinilla semitransparente, se encontraba el Poseedor, el majestuoso y apartado hombredios, sentado en el suelo y rodeado de un círculo de luminarias. Por un ventanuco penetraban la luz y el rumor del mar.

El hombre no se movió. Se cubría con una túnica oscura, y su mirada estaba fija en la pared, como la de un ídolo de piedra. No miró al visitante ni un solo momento y hubo un silencio largo y atormentado, como una especie de competición, como si el Poseedor quisiera amedrentar a aquel peregrino arrogante.

—¿De dónde vienes? —dijo al fin con voz glacial.

—Vengo del reino de Hesperia, que se encuentra al sur —respondió Einar con voz débil, pero no vacilante.

—Siéntate, aspirante, y cuéntame el final del cuento de Thorkel. Nadie ha sabido hacerlo aún —dijo el Poseedor.

Einar se sentó en el suelo, delante de él.

—¿El verdadero final? —murmuró.

—Sí… era ambicioso —respondió el Poseedor, y continuó—: Allí, en la cueva, había mucho oro. Supongo que habrás advertido la similitud entre la aspiración de Thorkel y la de los peregrinos que acudís aquí. Ya has visto lo que hay en los pasillos. Ellos son los triunfadores, consiguieron la Piedra Resplandeciente y nunca volverán. Han alcanzado la felicidad que buscaban, pero ya no verán a su familia. Intenta ahora contarme el final del cuento y demuéstrame tu sabiduría. Si no, no tendrás el talismán.

El anciano meditó durante unos momentos, pero no dudó mucho. Lo mismo que en la plaza, sentía como si alguien abriera sus ojos interiores, como si una desconocida voz le revelara los más profundos secretos.

Pronto empezó a hablar de esta manera:

—«Thorkel se levantó y supo que había vencido y era dueño de todo, que el tesoro era suyo. Pero ahora pensó en cómo transportar semejante cantidad de oro y cómo hacerlo sin llamar la atención. Los caminos no eran seguros, la voz se correría rápidamente. No podía ni pretendía mantener el secreto, porque él mismo deseaba la gloria. Tampoco podría llevar un pequeño cargamento y dejar el resto sin vigilancia. No podría contratar como porteadores a los labradores de la aldea a cambio de algunas pequeñas joyas: eran gente avariciosa y seguramente lo atacarían para quitarle el tesoro. Nadie tendría nada, ni los enanos… Lo único a su alcance era mantenerlo depositado donde estaba, fortificar el lugar cerrando las bocas de las galerías con los grandes bloques desprendidos por el dragón.



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