La ocupación by Annie Ernaux

La ocupación by Annie Ernaux

autor:Annie Ernaux [Ernaux, Annie]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 2002-01-01T00:00:00+00:00


Una mañana, F., una amiga de mi hijo, me llamó por teléfono. Se había mudado, me daba su nueva dirección, en el distrito 12. Su casera la invitaba a tomar el té, le prestaba libros, es profesora de Historia en La Sorbona. Esas palabras, surgidas en medio de una conversación trivial, me causaron el mismo efecto que un azar deslumbrante. Así, tras semanas de indagaciones infructuosas, la voz infantil de F. me servía en bandeja la oportunidad de conocer el nombre de la otra mujer, profesora de la misma especialidad en la misma universidad que su casera. Pero me resultaba imposible implicar a F. en mis pesquisas, desvelarle una curiosidad cuyo carácter insólito, seguramente pasional, no le pasaría desapercibido. Tras colgar el teléfono, por muy decidida que estuviera a mantenerme firme, cedí a la tentación de telefonear a F. y pedirle que le preguntara a su casera acerca de la otra mujer. Sin ser consciente de ello, iban formándose en mi cabeza las primeras palabras del inicio de mi conversación con F. En unas horas, la estrategia de un deseo impaciente por satisfacerse acabó con mi miedo a delatarme: por la noche, en el estado del perverso que acaba por convencerse a sí mismo, no solo de que no hay ningún mal en hacer lo que está a punto de ejecutar, sino de que es su obligación hacerlo, marqué, persuadida, el número de F., esperando con todas mis fuerzas que estuviera en casa, para que no tuviera que diferir mi investigación y pudiera pronunciar la frase a la que llevaba dando vueltas toda la tarde: «F., ¡tengo algo que pedirte! ¡Algo estrambótico! ¿Podrías enterarte del nombre…?», etc.

Como cada vez que creía estar a punto de llegar a la meta, después de encargar a F. que indagara, me sentí cansada, vacía, casi indiferente al plazo acordado, incluso al resultado de la respuesta, que me despertaría nuevas sospechas: la casera le declaró que no veía en absoluto de qué profesora se trataba. Pensé que mentía y que conocía a la otra mujer, que también ella quería protegerla.

Escribí en mi diario, «estoy decidida a no volver a verlo nunca más». En el momento en que anotaba aquellas palabras, ya no sufría y confundía el alivio del sufrimiento debido a la escritura con el final de mi sentimiento de desposesión y de celos. Nada más cerrar el cuaderno, volvía a sentirme atenazada por el deseo de saber el nombre de esa mujer, de obtener datos acerca de ella, todas esas cosas que iban a engendrar más dolor.

Cuando él venía a mi casa y se iba al baño, me sentía irremediablemente atraída por la cartera del trabajo que dejaba a la entrada. Estaba segura de que ahí dentro se encontraba todo lo que yo deseaba saber, el nombre, el número de teléfono, puede que hasta una foto. Me acercaba sigilosamente y permanecía fascinada por aquel objeto negro, conteniendo la respiración, dominada por el deseo pero también por la incapacidad de poner una mano encima. Me



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.