La niña de maíz by Joan Llensa

La niña de maíz by Joan Llensa

autor:Joan Llensa
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Terror, Novela
publicado: 2019-08-25T22:00:00+00:00


Capítulo 14

La hermana Encarnación recibió a María con una amplia sonrisa y una bandeja de galletas recién horneadas que olía de maravilla.

—Muchas gracias, hermana —dijo mientras se llevaba una a la boca y le daba un gran mordisco—. Lo cierto es que siempre tengo un hueco para sus galletas.

—Las hermanas ya no son tan agradecidas como tú. Dicen que les aburren las mismas recetas de siempre.

—Entonces, podría probar a añadirle algún ingrediente nuevo —sugirió María andando hacia la sala—. No sé… quizá con pepitas de chocolate o con semillas de cereales.

—Me parece una idea estupenda —se alegró la hermana—. Y tú deberías ayudarme. Tienes muy buenas ideas.

—Si quiere, después de ordenar los libros, podríamos probar a hacer algo.

—Trato hecho. Por cierto, han llegado los tomos que esperábamos. Creo que te interesará leerlos.

—¡Por supuesto! —exclamó entusiasmada—. Por eso estoy aquí, Hermana.

María y la hermana Encarnación se dirigieron a la sala de lectura, a la que la joven llamaba «La biblioteca». Había escuchado que en la gran ciudad de Barcelona había una de verdad con multitud de estanterías que llegaban al techo y albergaban cientos y cientos de libros, algunos escritos a mano y con tapas de cuero.

«Cómo me gustaría poder vivir en una biblioteca».

Se sentaron en la mesa y la hermana le mostró uno de los libros nuevos. Era pequeño, de tapa dura y de color verde con letras blancas en relieve que versaban: Los secretos de las plantas. María pensó enseguida en la abuela. Le encantaría poder conocerlos, aunque ella ya disponía del conocimiento que le había transmitido la suya. Quizá un día podría llevárselo y leérselo. Pasó los dedos por las letras y sintió su tacto rugoso.

—Este lo ha escrito un doctor alemán —anunció, con grandes movimientos que blandían su atuendo—. Dicen que lleva toda la vida hablando con las plantas y que durante la guerra tuvo que esconderse en cuevas secretas, ya que los soldados de Hitler lo querían para sus experimentos —se agachó con las manos en la boca como si aquello fuese a atenuar sus palabras— sobrenaturales.

—¿Y lo encontraron?

—No, por ahora —susurró—. Se cree que sigue oculto en la cueva. Pero parte de su obra publicada es de la más buscada. Y este tomo es uno de los secretos que debemos ocultar.

María se selló los labios con los dedos e hizo ademán de tirar una llave imaginaria.

—¿Y el obispo lo permite? Me da que no tiene mucho que ver con el catolicismo.

—No todas las hermanas actúan ciegas a las viejas enseñanzas, María.

La hermana Encarnación abandonó la estancia, dejando a María con el libro. Confiaba en ella lo bastante para explicarle los entresijos y secretos que guardaban entre las paredes del monasterio. Incluso las místicas y tenebrosas. No todos los curas ni las hermanas eran fieles devotos del generalísimo ni de sus leyes, y era difícil saber de quién fiarse.

Con la ayuda de una vela, recorrió los pasillos y encendió los candelabros que no solo decoraban la sala. Hoy la luz que entraba por los ventanales era escasa y triste.



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