La mujer de Gabriel by Robin Schone

La mujer de Gabriel by Robin Schone

autor:Robin Schone [Robin Schone]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Ángeles
publicado: 2015-03-15T21:58:36+00:00


* * *

Victoria miró fijamente al techo. La sangre de color carmesí parecía invadir toda la habitación, superponiéndose a la pintura blanca.

Cerró los párpados.

Podía ver la sangre incluso con los ojos cerrados. Recordó las palabras de Gabriel.

No verá al hombre apuntándole con una pistola, mademoiselle. Tal vez perciba un destello de luz cuando apriete el gatillo, o quizás no. Pero una cosa es segura. No oirá el disparo porque estará muerta.

Victoria abrió los párpados de golpe.

No quería morir.

El aroma de Gabriel la envolvía. Procedía de sus sábanas, de su bata.

No seré una víctima.

Ya lo es.

La imagen de la servilleta de seda con gruesa tinta negra se abrió paso en su mente.

... te traigo una mujer.

Una actriz protagonista para un hombre que trataba de eludir a los hombres, a las mujeres, al amor, al placer.

Aprendí a leer en inglés. Algún día espero estar igualmente capacitado para hacerlo en francés.

Michael le había enseñado a leer a Gabriel.

Les deux anges. Los dos ángeles.

Amé a un hombre, mademoiselle. Si no lo hubiera hecho, usted no estaría aquí.

¿Era Michael uno de los actores de aquella obra sin guión?

El pecado está en amar, había dicho Gabriel.

Había sido herido por el amor que sentía por su amigo.

Pero amar no era pecado.

Al convertirme en hombre, ansiaba sentir la pasión de una mujer, aunque fuera por una sola vez quería sentir el placer que yo daba.

Ella había respirado el calor del cuerpo de Gabriel. Había probado su aliento.

Victoria no conocía el contacto con su piel.

No quería morir sin saber si valía la pena hacerlo por las caricias de Gabriel.

El temor era un afrodisiaco poderoso y el vacío que creaba exigía ser llenado.

Por el conocimiento.

Por la acción.

Por Gabriel.

Laissez le jeu commencer.

Retirando de un golpe las mantas, Victoria saltó de la cama.

Una caja de metal brillaba sobre la mesilla de noche. Estaba llena de condones. Fundas de caucho que se enrollaban en el pene erecto de un hombre.

La seducción de un ángel...

Dolly le había dicho que un hombre no intentaría protegerse con una virgen, y enseguida le había dado a Victoria las pastillas de sublimado corrosivo.

Ahora Dolly estaba muerta y Victoria viva.

La bata de seda de Gabriel se pegó a sus senos y sus nalgas. Casi la arrastraba, por lo que supuso que a Gabriel le llegaría hasta las pantorrillas.

¿Estarían cubiertas del mismo vello oscuro que había visto en su pecho o de un vello color rubio plateado como su cabello?

De repente, pensó en sombreros.

Victoria se dirigió rápidamente hacia el... estudio, como lo había llamado él. Otra forma de designar a la biblioteca.

Una desilusión ridícula la invadió. Sabía que él no estaba allí simplemente por el vacío palpitante que sentía en lo más profundo de su ser.

Victoria examinó los libros con letras repujadas en oro... pero no se detuvo en ningún autor o título.

Sólo veía sangre. Veía a Mary Thornton.

Y a Gabriel.

Se preguntó qué estaría haciendo. Quizá se encontraba todavía agazapado entre las sombras o irrumpiendo en la casa de los Thornton o, tal vez, había ya tomado el camino de regreso.



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