La muerte en el tejado by Theodora Du Bois

La muerte en el tejado by Theodora Du Bois

autor:Theodora Du Bois [Du Bois, Theodora]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 1945-11-14T16:00:00+00:00


CAPÍTULO XIII

Estábamos poniendo en cama a Bud cuando llegó Jeffrey. Escuchó muy serio mi relato respecto a lo acontecido en el living-room; examinó el rostro de Bud cuidadosamente, ayudó a desvestirlo, le dio una aspirina y luego volvió a mi dormitorio. Polly Smith se había retirado y yo estaba ya acostada. Jeffrey tomó asiento en el diván y sacó su pipa. Parecía fatigado y me dio la impresión de haber averiguado algo desagradable.

—¿Cómo está la cara de Bud? —le pregunté preocupada—. ¿Crees que tenga algún hueso fracturado?

—No, no hay por qué preocuparse. Probablemente le dolerá mucho mañana, eso es todo. Encendió la pipa y se echó sobre los almohadones.

—¿Averiguaste algo interesante respecto a la muerte de la señora Vinson? —le pregunté.

Jeffrey esperó un minuto o dos antes que responder. Cuando estaba por repetir la pregunta me dijo:

—¿Sabes, Anne, que hay algo muy raro en esa muerte?

—¿Más raro aun que la caída de Alex Walshied?

—Así lo creo, aunque no estoy seguro.

—¿Qué hay de raro? —pregunté. No me agradaba la noticia, ya que había tenido que soportar bastantes cosas raras.

—Bien, ese edema y eritema tan extenso y, además, las quemaduras tan excesivas. Es curioso que hubiera sufrido tal cosa a esta altura del año.

—¿Murió de insolación?

—No. La muerte fue motivada por el shock producido por las quemaduras del sol. Me gustaría haber pasado aquí toda esta semana. ¿Qué es lo que ha estado ocurriendo?

—Querido, ya sabes todo lo que hay que saber con respecto a Alex Walshied, y te he escrito todo lo que tenía algún interés o te lo he dicho por teléfono. Por supuesto, estuve en cama y no vi a nadie.

—¿A nadie?

—Ben, unos cuantos asomaron la cabeza de vez en cuando en los momentos en que se dirigían al cuarto de los baúles. Siempre estaban poniendo y sacando cosas de sus equipajes; además, Polly Smith entraba y salía de aquí, pues me estaba cuidando.

—Ha habido varias discusiones recientemente, ¿no es verdad? —dijo frunciendo el ceño.

—Solo me enteré de dos.

—¿Cuáles dos?

—Bien, la que Jill tuvo con Alex Walshied respecto a que este le sacaba dinero a su madre. Oí parte de la discusión por la entrada de la calefacción. ¿No es horrible que esta chica se haya casado con ese hombre, Jeffrey? —Ya le había relatado todo eso a mi esposo mientras él curaba a Bud—. No sé cómo podrá soportar la publicidad la señora Murray. Ya sabes que ella pertenece a esa generación que no puede soportar el daño inferido a su dignidad. Es peor que la muerte para ellos. Por supuesto, eso era lo que preocupaba tanto a Jill y lo que la hizo que te llamara la noche en que murió Walshied. Eso es lo que temía que averiguara la policía.

—¿Cuál fue la otra pelea? —preguntó—. Sin contar la de esta noche en el living-room.

—Eso fue todo. Espera, no estoy segura. Quizá haya habido otras. Después que la señora Vinson subiera al tejado, yo bajé y me encontré en la escalera con el doctor Burch que subía furioso.



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