La magia del Grial by Wolfgang & Heike Hohlbein

La magia del Grial by Wolfgang & Heike Hohlbein

autor:Wolfgang & Heike Hohlbein [Wolfgang & Hohlbein, Heike]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Aventuras, Fantastico
editor: Editor digital Xabuca Colibrí
publicado: 0101-01-01T00:00:00+00:00


XXI

Cien veces más enfurecido que tras su lucha contra los pictos, corrió Dulac durante todo el camino de regreso a la posada,: hasta que el agotamiento pudo con él y chocó sin fuerzas contra una pared. Sintió un dolor como nunca antes en la vida había sentido, pero también un enojo profundo, que era nuevo para él y que le asustó. Era tan... ¡Injusto!

Claro que la vida jamás era justa. La justicia sólo era para los ricos y los poderosos y, la mayor parte de las veces, sólo si la ganaban por la fuerza de la espada. Pero en lo que se refería a él, esto era más de lo que podía soportar. En pocos días lo había perdido todo: lo que tenía; más aún, lo que esperaba llegar a tener. Sus amigos, su vida, su futuro, incluso una parte de su alma, la que le había quitado aquella maldita armadura. Y Arturo le había engañado hasta en el precio por el que había intercambiado su inocencia. Habría sentido lo mismo si el rey hubiera sacado su cuchillo y le hubiera rebanado el cuello.

Sin embargo, poco a poco, Dulac fue convenciéndose de que, a pesar de todo, había tenido suerte. Arturo tenía el legítimo derecho de haberle matado. En la batalla había desertado de su lado, y había molestado a Lady Ginebra, que al fin y al cabo, era de noble cuna. Cualquiera de esos comportamientos bastaba para haberlo llevado a la horca. Pero, el rey se contentaba con alejarlo de Camelot y le ofrecía, además, una educación que días antes ni siquiera habría podido soñar.

Y él lo despreciaba por lo que había hecho. Habría preferido que el rey lo matara.

Transcurrió bastante tiempo antes de que recobrara la respiración y pudiera continuar la marcha. La posada estaba vacía. Tander y sus hijos estarían ya en Camelot, lo que implicaría que pondrían las cosas de Dagda patas arriba y arramblarían con todo lo que no permaneciera guardado bajo siete llaves. Dulac tendría que haber advertido a Arturo; conocía a Tander como para saber lo que iba a ocurrir. ¡Qué más daba! Arturo lo descubriría pronto.

Además, le estaría bien empleado.

En lugar de entrar en la casa, fue directamente al granero esperando encontrarse con Lobo, que llegaría saltando sobre él con la cola en alto mientras, ladrando, demandaría su buena ración de caricias. Pero el perro no apareció y al dolor de Dulac se sumó un nuevo dardo envenenado cuando comprendió que tal vez no volviera a ver al animalillo nunca más. ¿Qué le había hecho al destino para que le arrebatara realmente todo?

Se derrumbó sobre la paja, rezando por dormirse o caer en un estado de inconsciencia (el hombro le dolía bastante), pero no encontró sosiego. Hasta avanzada la tarde, cuando regresaron Tander y sus hijos, estuvo dando vueltas inquieto, enfadado con su destino, cayendo a veces en la desesperación más profunda, a veces en accesos de ira, que le provocaban las ansias de correr hacia el castillo y abalanzarse sobre el rey.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.