La hija que no soñaste by Erika L. Sánchez

La hija que no soñaste by Erika L. Sánchez

autor:Erika L. Sánchez
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Juvenil
publicado: 2018-09-13T22:00:00+00:00


QUINCE

Siempre me descubro observando la puerta como una tonta, esperando que Olga vuelva a casa. La gente dijo que mejoraría con el tiempo, pero no es cierto. Hay momentos en que la extraño tanto como el día en que murió. Sé que no éramos tan unidas, pero ahora que ya no está, siento como si me faltara un órgano. Aún sigo soñando con ella. A veces son sueños inocentes, como que estamos en el auto o en la mesa de la cocina, desayunando, pero de vez en vez aparece cubierta de sangre, con su cuerpo torcido y aplastado, y me despierto gritando.

Amá sigue llorando mucho. Puedo escucharla a veces en su baño; creo que se cubre la boca con una toalla para disimular sus sollozos. Siempre tiene los ojos rojos. Ojalá supiera cómo ayudarla pero me siento inútil, como siempre. Apá sigue tan callado como de costumbre. Podría estarse muriendo por dentro y nadie lo sabría.

Van tres veces que regreso a la escuela de Olga, pero todo el tiempo veo a la misma mujer amargada y salgo inmediatamente. Tal vez me recuerde y quizá llame a seguridad. También he llamado al Continental otras cinco veces con la esperanza de encontrar a un empleado que no siga las reglas, pero sólo dicen que no tienen permitido dar información sobre sus huéspedes, aunque estén muertos. Si tan sólo pudiera sacar la laptop de Olga de su cuarto para que Connor la desbloqueara.

Muertos. Muertos. Muertos. Sólo puntos muertos. Es la historia de mi vida.

Ahora recuerdo las cosas más tontas, los pequeños detalles entre Olga y yo en los que nunca antes había pensado. Como el otro día, que esperaba en la fila de la tienda y recordé cuando me corté con la hoja de un libro de Plaza Sésamo a los cuatro años y me dio tanto miedo que no quise volver a tocarlo. Olga sabía cuánto me gustaba, así que me lo leyó una y otra vez. Estoy segura de que se lo aprendió de memoria. Y ayer iba caminando de regreso a casa y pensé en aquella noche en casa de mamá Jacinta cuando nuestra prima Valeria nos contó sobre la Llorona, la mujer fantasma que llora por las calles porque ahogó a sus hijos. No pude dormir durante días, convencida de que cada rechinido o crujido significaba que la Llorona venía para llevarme a rastras y matarme en el río. Olga se quedó conmigo todas las noches hasta que superé mi miedo. Esta mañana, mientras me lavaba los dientes, recordé cuando compramos una bolsa de chocolates y la escondimos en su cuarto. Nos comíamos uno en secreto cada día al salir de la escuela, como si los dulces fueran una especie de contrabando peligroso. Tal vez eso fue lo más desobediente que hizo Olga cuando éramos niñas.

Cuando me vienen estos recuerdos, siento como si alguien me sacara el alma y la pisoteara. Todo era mucho más fácil cuando éramos niñas. Lo que pensaba difícil en ese tiempo, ahora parece fácil.

La felicidad es una semilla de diente de león flotando en el aire que no puedo alcanzar.



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