La habitación de invitados by Dreda Say Mitchell

autor:Dreda Say Mitchell
La lengua: spa
Format: mobi, epub
Tags: 2019 (2023), Thriller.Psicológico
publicado: 2023-07-13T22:00:00+00:00

Capítulo 21

La noche siguiente, cuando llego del trabajo, la casa está en silencio. No se oyen ruidos que den a entender que hay alguien más. Ningún rastro de esa sutil energía que desprenden las personas y que te dice que están ahí incluso cuando no puedes verlas. Bien. Martha y Jack han salido. No puedo reprimir una tímida sonrisa de satisfacción.

Me dirijo a mi habitación, desde donde le mando un mensaje a Alex. Veinte minutos después me llega su respuesta: «Estoy en la entrada».

Bajo las escaleras corriendo y lo hago pasar. Tiene arrugas de preocupación en la frente y en los ojos y su pelo está tan revuelto que está claro que no ha dejado de pasarse los dedos por él. No está contento de estar aquí. Empiezo a experimentar un sentimiento de culpa que me corroe, pero lo atajo enseguida. Necesito que Alex me ayude a descubrir la verdad.

Lleva un traje negro formal y corbata. Se da cuenta de que lo observo.

—Me esperan en una fiesta del trabajo que organiza un cliente superimportante. He dicho que llegaré tarde, pero no puedo retrasarme demasiado. No tengo mucho tiempo.

No puedo evitar sospechar que quiere librarse de mí lo antes posible y que si está haciendo esto es por un erróneo sentido de la lealtad a su antigua novia. En fin, un poco como Walter Raleigh, que extendía su capa en el suelo para la reina Isabel I. Mientras subimos las escaleras, recuerdo cómo fueron las cosas entre nosotros: empezaron a lo grande para acabar en desastre.

Era uno de esos sábados por la noche, cuando el metro estaba a tope y era tanta la gente que salía a las calles de Londres que me preguntaba cómo diablos había suficiente espacio para que todos pudiéramos vivir en esta increíble ciudad. Me sorprendió aquella muchedumbre, porque hacía mucho frío, ese que te deja bloqueado y te cala hasta los huesos. Alex había conseguido entradas para el último gran éxito musical que podía verse en la ciudad, un montaje genial que nadie debía perderse. A pesar de que la obra era espectacular, ponerme de pie para dar una atronadora ovación no era lo mío. Quería pasar desapercibida en mi butaca. Pero Alex era todo lo contrario: había tirado de mí para que me levantara, rodeándome la cintura con el brazo para que me uniera a su fervor. Su alegría era tan contagiosa que no pude dejar de aplaudir como si no hubiera un mañana. Luego fuimos a un bar y tomamos demasiados margaritas. Tambaleándonos, nos dirigimos hacia su casa. No podía creer que ese chico tan guapo al que le encantaba gastar bromas, al que no le interesaba hurgar en mi cabeza y que adoraba vivir el momento, fuera mío. Solo mío.

En cuanto entramos en su apartamento, fuimos al grano: nos metimos en la cama e hicimos el amor. La primera vez que lo habíamos hecho, un par de semanas atrás, me sorprendí a mí misma por no estar nerviosa y mostrarme desnuda ante él con todas las cicatrices de mi cuerpo.

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