La guerra de las partes pudendas de don Emmanuel by Louis De Bernières

autor:Louis De Bernières [De Bernières, Louis]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Sátira
editor: ePubLibre
publicado: 1990-09-10T00:00:00+00:00

XXIII

LA MONARQUÍA NO OFICIAL

DE LOS REYES CATÓLICOS

Los francmasones de todo el mundo suelen decir: «Nuestra sociedad no es una sociedad secreta, es una sociedad de secretos», y cuando no se reúnen para llevar a cabo sus rituales arcaicos, recogen dinero para actos de caridad y causas justas. Cada logia crea su propio carácter distintivo durante los años de su existencia y, a menudo, atrae un tipo de miembros que procede en su mayor parte de una sola profesión.

Había una logia en la capital relacionada con el Banco del Vaticano, cuyos miembros, procedentes únicamente de la escala superior de las Fuerzas Armadas, reunían fondos para causas como Acción Católica contra la Subversión Comunista y la Sociedad para la Cristianización de la Educación.

En general, los miembros militares eran celosos y posesivos en cuanto a sus propias prerrogativas y entre ellos se consideraban como rivales del poder. De hecho, los oficiales de la Armada estaban tan preocupados por que los marginaran del centro del poder que habían trasladado sus campos de entrenamiento y cuartel general del puerto del Inca, en la costa, hasta la capital (cientos de kilómetros al interior) y, como consecuencia, generaciones de marinos fueron entrenados para defender las aguas territoriales en tierra seca. La logia era el eje central de cooperación interna porque el almirante Fleta, el general Ramírez y el mariscal de campo Sanchís eran miembros de ella, y, a menudo, después de los rituales e iniciaciones, se sentaban en lujosos salones y discutían sobre el estado del país y la necesidad de hacer algo.

Los tres hombres eran católicos fervientes, enérgicos creyentes en la madre patria, la familia, y en la ley y el orden; pero en su entorno sólo veían ateísmo y marxismo, divorcios, estudiantes libertinos que fornicaban abiertamente, trabajadores en huelga que arruinaban la economía y un gobierno civil que no se atrevía a tomar medidas drásticas por miedo a la opinión pública. No es necesario decir que los tres hombres estaban a favor de una coalición militar basada en el principio de «un tercio cada uno», como había ocurrido, en Argentina, pero también eran realistas. Parecía bastante posible que si los demócratas ganaban las elecciones en Estados Unidos, el flujo de dólares cesaría en caso de un golpe de Estado. Pero también sabían que cualquiera que fuera la política monetaria del Gobierno, el presidente siempre les daría todo lo que quisieran porque temía un golpe militar más que cualquier otra cosa en el mundo. Aun así, decidieron que la operación, cuyo nombre en clave era «Los Reyes Católicos», debería ser alto secreto, y una coalición no oficial. Primero tendrían que encontrar a oficiales leales que les ayudasen a realizar el trabajo preparatorio de arrancar las malas hierbas de la subversión. Todos ellos utilizaban sistemas similares y hacían las mismas cosas, y, muy a nuestro pesar, centramos ahora el propósito de este relato únicamente en las tentativas idealistas del Ejército.

El general Ramírez notó que uno de sus ayudantes de campo, un personaje guapo y próspero del cuerpo,

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