La esposa más adecuada by Jessica Steele

La esposa más adecuada by Jessica Steele

autor:Jessica Steele
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 2019-03-03T23:00:00+00:00


El viernes Taye comenzó a sentirse un poco avergonzada por su comportamiento, un tanto desagradable. Si bien era cierto que Magnus no había estado muy expresivo la noche anterior en la cocina, él tenía todo el derecho del mundo a tratar la casa como si fuera un hotel. Había pagado el alquiler, era su casa. Era su centro de operaciones, pero podía quedarse con Elspeth, con Pen o con quien quisiera. Bastaba con contemplar aquella mirada masculina para saber que no le faltaban sitios donde descansar.

Taye frunció el ceño y notó un pinchazo en el estómago; tenía hambre. Antes de levantarse recibió la llamada de una compañera de trabajo. Quería invitarla a una fiesta improvisada para la noche del día siguiente.

–No hace falta que me digas nada ahora, supongo que ya tendrás alguna cita. Eso sí, si es guapo ¡tráetelo!

Taye sonrió y justo cuando colgó, el teléfono volvió a sonar. Era Damien Fraser.

–¿Te apetece ir a bailar esta noche? –preguntó cálidamente

«Ni muerta», pensó Taye.

–Eh… Ya he quedado esta noche –repuso.

–¿Y el sábado? –aquel chico nunca se daba por vencido.

–Lo siento, Damien, pero no me gusta quedar contigo cuando estoy saliendo con otra persona.

–A mí no me importa –insistió, pero el silencio de Taye parecía hablar por sí solo–. Bueno, aún tienes mis números de teléfono, ¿no?

Por fin se despidió de Damien, pero en aquel momento apareció Julian. Acababa de regresar de Edimburgo y parecía haber olvidado la petición de Taye de «dejarlo estar por un tiempo».

–Me pregunto si te apetece salir un poco de Londres este fin de semana. Podríamos salir hoy después del trabajo. Hay unas carreras de coches cerca…

–No, Julian –lo interrumpió con suavidad.

–Podemos dormir en habitaciones separadas, si eso es lo que quieres –dijo en tono de broma.

–Eres un encanto, Julian. ¿Te importa que te diga que no?

–Sí –repuso, pero sonrió y la besó en la mejilla–. ¿Te importaría si fuera yo solo al rally?

Taye se marchó aquella tarde a casa convencida de que, aunque no quería hacerle daño, le iba a tener que decir a Julian que no saldría más con él. El hecho de que le hubiera preguntado si le importaba que se fuera él solo, era la prueba de que tenían cosas muy distintas en la cabeza. No le apetecía nada, pero iba a tener que hablar con él antes de que fuese demasiado tarde.

Tampoco le apetecía llegar a casa. Si Magnus seguía con su humor taciturno, iban a pasar un fin de semana estupendo. Eso si se dignaba deleitarla con su presencia, porque en él era habitual deleitar a otras con su compañía. Taye se dio cuenta de que se estaba pasando: Magnus tenía derecho a ir donde quisiera.

Estaban con mucho trabajo en la oficina y Taye se quedó hasta bastante tarde, pero al salir se fue directa a casa porque sabía que tenía que hacer un esfuerzo para llevarse bien con Magnus.

Cuando llegó lo encontró leyendo el periódico en el salón. Le dedicó una sonrisa.

–Hola, Magnus –saludó simpática mientras se dirigía a la cocina–.



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