La esfera dorada by Nancy Richardson

La esfera dorada by Nancy Richardson

autor:Nancy Richardson
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Ciencia ficción
publicado: 1995-09-30T22:00:00+00:00


Sudor goteaba por la frente de Anakin. Había estado tratando de mover los bloques de piedra mucho tiempo.

Tahiri se frotó los dedos contra los ojos. La tensión de tratar de mover las piedras le había causado un terrible dolor de cabeza.

Ninguno de los dos estudiantes Jedi había podido mover los bloques ni siquiera un centímetro. Caminaron hasta el último escalón de la escalera y se sentaron.

—No quiero rendirme —comenzó Tahiri—, pero esto simplemente no funciona.

Anakin asintió ante las palabras de su amiga. Tiene que haber otra forma, pensó; tal vez la fuerza bruta no es la respuesta. Entonces oyó la voz en su cabeza otra vez. Se volvió hacia Tahiri con los ojos azules abiertos de par en par.

—La voz en mi cabeza acaba de hablarme de nuevo —dijo suavemente—. Me ha dicho que hay diferentes tipos de fortaleza. Una es la física, como cuando levantamos al droide. Otra es la fortaleza mental.

Tahiri miró fijamente a su amigo. Por una vez, ella se quedó sin palabras. Anakin pensó en esas palabras. Él y Tahiri habían demostrado que podían mover objetos pesados. Pero su uso de la Fuerza todavía era limitado; aún no eran poderosos Jedi.

¿Qué era exactamente «la fortaleza mental»? ¿Qué quería decir la voz en su cabeza? Recordó un regalo que su padre le hizo una vez. Un rompecabezas láser, del tipo que tenía miles de pequeños acertijos dentro de él. Su padre le dijo que pondría a prueba su fortaleza resolverlos. Pero no requirió músculo por parte de Anakin resolver los acertijos. Usó la mente, no el cuerpo.

—¡Eso es, Tahiri! —exclamó Anakin—. Los bloques de piedra son un rompecabezas que tenemos que resolver con la fuerza de nuestras mentes. ¡Resolvamos el rompecabezas y descubriremos qué hay detrás de esa pared!

—Nunca he sido muy buena con los rompecabezas —le dijo Tahiri a Anakin.

—No es tan difícil. Solo tienes que buscar patrones —explicó Anakin—. Trata de observar las formas de las piedras o las grietas entre ellas. Quizás veas algo ahí —ofreció Anakin. Juntos, él y Tahiri caminaron a lo largo del muro de piedra.

—Todo lo que veo es un montón de brillo dorado —refunfuñó Tahiri. Todavía tenía un dolor de cabeza feroz—. Oye, esto parece una flecha —dijo Tahiri, señalando hacia una grieta en una de las piedras. Era de un color marrón oscuro y se movía en una línea curva sobre la pared de piedra—. Aquí hay otra —gritó.

Anakin se situó junto a su amiga.

—Tienes razón… hay al menos cinco flechas que pueda ver desde aquí. Y todas parecen estar apuntando hacia arriba —notó Anakin.

—Bueno, entonces ahí es donde iré —dijo Tahiri con una sonrisa. Comenzó a trepar por la pared de piedra. Sus pequeños pies se situaban cuidadosamente entre las piedras y sus manos agarraban pequeños salientes en las piedras.

—Tahiri, ten cuidado —llamó Anakin a su amiga.

Tahiri había trepado la mitad del extraño muro de piedra y ahora estaba a dos metros del suelo.

—Debe haber algún tipo de botón secreto que abra este muro —dijo Tahiri. Sus manos volaron alrededor de las esquinas de los bloques de piedra.



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