La destrucción del reino de los gansters by Maxwell Grant

La destrucción del reino de los gansters by Maxwell Grant

autor:Maxwell Grant [Grant, Maxwell]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 1931-11-30T16:00:00+00:00


CAPÍTULO XII

MONK ASUME LA RESPONSABILIDAD

Poco después de las dos de la madrugada, dos hombres se apearon de un taxi a cierta distancia del Lazo.

Se pararon, juntos, cerca de la pared de un edificio y uno de ellos indicó una casa de cuatro pisos un poco más abajo de la calle.

—Supongo que ya habrás calculado cuál es, Hymie —replicó, hoscamente, su compañero—. Sólo me preocupa una cosa. A lo mejor ese tipo nos está esperando.

—¿Ese? ¡Quiá! Además, somos dos contra uno.

—A lo mejor tiene algún compañero.

—No tiene amigos aquí, en Chicago.

—Tira con mucha rapidez, Hyme. Podemos salir mal parados.

—No puede disparar en dos direcciones al mismo tiempo. Oye, Spirak; le cogeremos de la siguiente manera. Conozco bien ese edificio. Puedo abrir la cerradura de la puerta principal en unos segundos. La puerta de atrás es fácil también. Si no puedes entrar por la puerta, sin embargo, es fácil romper la ventana de la cocina.

—Yo entraré por delante y tú puedes entrar por atrás. Tú entra y, si le ves, agujeréale el pellejo. Yo iré despacio; si topo con él, disparo. Entra corriendo si oyes disparos. Pudiera ser él.

Spirak movió afirmativamente la cabeza.

—Está bien si tú lo dices —afirmó—; pero preferiría esperar para darle el paseo. Iríamos sobre seguro más tarde.

—Tal vez; pero bien pudiera ser que no. Yo lo calculo de la siguiente manera, Spirak: cuanto más aprisa le liquidemos, mejor. No hay guardias por aquí a pesar de que antes vivían pistoleros en esa casa; podemos acabar con ese tipo y luego largarnos.

Se separaron al llegar a la casa. Pero, antes de separarse, Schultz le hizo la última advertencia a su compañero.

—Si no está en casa, le aguardaremos.

—De acuerdo, Hymie. Entonces sí que nos resultará un trabajo fácil.

Spirak Cuatro Pistolas subió cautelosamente la escalera que conducía a la puerta posterior del segundo piso. Sacó una ganzúa del bolsillo y la introdujo en la cerradura.

Se detuvo a escuchar. Había hecho más ruido de la cuenta. Sin embargo, no tardó en tranquilizarse. No se oía nada dentro del piso. Si Thurman estaba en casa, seguramente no se había dado cuenta de la proximidad de Spirak.

De pronto recordó que había de entrar él primero, antes de que llegara Hymie Schultz por la puerta principal.

Abrió la puerta y entró sigilosamente, con la pistola preparada. La abertura de la puerta le permitió ver una figura encogida, en la cocina, una figura que parecía la de un hombre. Sin esperar a cerrar la puerta, Spirak alzó la pistola; pero llegó un segundo demasiado tarde. Una llamarada partió del rincón opuesto.

Spirak Cuatro Pistolas rodó por el suelo con tres balazos en el cuerpo.

Hymie Schultz oyó los disparos desde la parte delantera del piso en el preciso momento en que abría la puerta principal. Irrumpió en el piso y tropezó con otro hombre que se levantó al salirle al encuentro.

Hymie oprimió el gatillo de su pistola en el preciso momento en que su antagonista le asió de la muñeca y desvió los proyectiles. Los dos rodaron por el suelo hechos un ovillo.



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