La debilidad del marine by C. J. Benito

La debilidad del marine by C. J. Benito

autor:C. J. Benito
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 2018-01-31T23:00:00+00:00


Capítulo 22

Megan y Frank regresaron a casa, cogieron algunas cosas y por supuesto ropa de baño y toallas. Rodolfo le previno que Hellen había preparado mucha comida y que no se le fuera a ocurrir llevar nada.

Bajaron las escaleras y no pudieron evitar enzarzarse en una lucha de besos. Las manos de Frank buscaban sobre el fino vestido que tapaba el bikini de Megan. Fue una auténtica tortura parar, pero debían hacerlo. Pronto tendrían oportunidad de cumplir sus impetuosos deseos.

Una hora después se encontraban en el aparcamiento de la playa, donde Dax los estaba esperando apoyado contra la trasera de su ranchera.

– ¡Vaya por fin! Ya creía que me fosilizaba aquí parado.

Frank agarró a Dax y lo levantó en el aire como si fuera un crío.

–Ey tío que me vas a desarmar, ¡suéltame! –protestó Dax.

–Mi padre ha recobrado el conocimiento. –dijo Frank sonriendo.

–No me jodas. –ahora fue Dax el que zarandeó a Frank. –Don Beto ha vuelto, menuda fiesta le voy a hacer. Ese viejo gruñón que tan bien me cae. Bueno ahora vayámonos que nos esperan en la playa, no sabes la de cosas sabrosas que ha hecho Hellen.

Caminaron hasta casi llegar a la orilla del océano. Rodolfo jugaba con Tom, recargaban sus pistolas de agua y corrían de un lado a otro. Hellen se afanaba en prepararlo todo para comer. Dax se le acercó por detrás y le dio un sonoro beso, mientras robaba una cerveza de la pequeña nevera de plástico. Después de los correspondientes saludos y poner a todos al días de tan feliz noticia, juntos devoraron los manjares que Hellen había cocinado. Salvo un bizcocho que había hecho Dax, ni un perro que paseaba por la playa quiso probarlo.

Tom se quedó dormido bajo la sombrilla, Dax se pasó con las cervezas y acabó abrazado a Tom. Hellen se sentó en una hamaca y abrió un libro bastante gordo. Rodolfo en filó el camino de madera que llevaba hasta los tenderetes de ropa. Megan y Frank, no le habían dicho nada a los demás sobre que estaban juntos, por lo que fingieron guardar las distancias. Megan se giró con intención de coger una goma para el pelo de su bolso.

–Será olvidadizo. Rodolfo se ha ido de compras y no se ha llevado el monedero. Frank ¿te importa llevárselo? –pidió Megan entrecerrando los ojos para parecer más mimosa.

–Vale. Pero por ti, a ese capullo no le aguanto. –dijo Frank levantándose y poniéndose en marcha.

Rodolfo estaba mirando unos pareos de colores muy chillantes tal y como era su estilo, cuando dos tipos con pinta de universitarios se le acercaron.

– ¿Qué pasa mariquita? ¿Buscando alguna mariconada que ponerte? –dijo el más alto.

–No cariño. Estaba buscando algo para tu padre, al muy mariquita le encanta que le dé azotes en el culo y ponerse mis braguitas. –respondió Rodolfo imprudentemente.

Uno de los tipos se rió, lo que enfureció más al otro que no dudó en agarrar a Rodolfo del cuello.

–Puto maricón, te voy a reventar a ostias. –pero súbitamente el tipo lo soltó y puso cara de estar sufriendo un fuerte dolor.



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