La dama del velo by Rex Stout

La dama del velo by Rex Stout

autor:Rex Stout [Stout, Rex]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 1940-01-01T05:00:00+00:00


Capítulo 10

Evidentemente perdí mi aplomo. Hasta es posible que me quedase con la boca abierta. Pero volví de mi asombro cuando Wolfe me disparó la primera pregunta, inquiriendo con cierto interés:

—¿Qué le pasa a usted? ¿Parálisis?

Fred Durkin dice que reí entre dientes. No lo sé. Sólo recuerdo que dije con voz bastante tranquila:

—Míster Brenner quiere hablar con usted reservadamente un momento. En el vestíbulo.

Me miró con desconfianza, luego levantó su voluminosa humanidad con un gruñido, cruzó la habitación y pasó por la puerta que yo mantenía abierta. Salimos al vestíbulo.

—¿Qué hay? —me preguntó.

—Se están burlando de nosotros —dije en voz baja—. Disimule, que ahí viene alguien…

Los pasos que acababa de oír procedían de míster John Charles Dunn y de su esposa, June. Subían por las escaleras, y al llegar donde nosotros estábamos y dar vuelta al pasillo, nos vieron.

—¿Ha visto usted a Prescott, míster Wolfe? —preguntó Dunn—. Está aquí y quiere hablar con usted.

Wolfe contestó que no había visto al abogado, pero que lo vería inmediatamente. Dunn se alejó con su esposa en dirección al otro tramo de escaleras. Tan pronto como se perdieron de vista volví a hablar a Wolfe.

—Noami Karn está abajo, en el salón, pero no es esto lo que me produjo la parálisis. Daisy Hawthorne está con ella, ¡hablando con ella!

—¿Para qué diablos me saca usted aquí? —rezongó Wolfe—. Si cree usted que es ocasión para andar con niñerías…

—No, señor. Nada de eso. Le digo a usted que la dama del velo está en la biblioteca, pero también está allá abajo hablando con Noami Karn. Yo mismo la vi. Alguien nos está gastando una broma. ¿Pero quién es la bromista, la de aquí o la de abajo?

—¿Quiere usted decirme que alguien se ha disfrazado?

—Sí, ésa es la idea. Estas Hawthorne son gente muy estrafalaria.

—¿Y está en el salón hablando con miss Karn?

—Sí.

—¿Las vio usted mismo?

—Sí.

—¿Habló usted con Orrie?

—Sí. Vino siguiendo a miss Karn hasta aquí. El mayordomo le abrió la puerta a las dos y veintiocho.

Wolfe quedó pensativo unos momentos, con los labios fruncidos.

—Diga a Fred que salga —me ordenó.

Lo hice así. Wolfe le dijo cuando le tuvo en su presencia:

—Vaya a donde le indiqué. No pierda la carta para míster Ames. No riña con nadie. Yo estaré aquí o en casa.

—Míster Wolfe, lamento que…

—También yo. Vaya a cumplir mi encargo. Fred se marchó, y Wolfe volvió a dirigirse a mí.

—No hay que darse por enterados de este incidente —me dijo—. Voy a sentarme donde estaba. Usted siéntese cerca de ella. Yo le pediré a usted que me alargue cualquier cosa y al pasar por su lado le levantará aquel maldito velo.

—No sé si…

—No hay más remedio, Archie. Ábrame la puerta. Fue aquélla una de las veces en que yo habría dimitido mi cargo en el acto, pero me contuvo la certidumbre de que Wolfe habría dado el puesto a Johnny Keems. No soy un cobarde. En cierta ocasión sujeté los brazos a una linda cubanita que había ido al despacho con una navaja en la



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.