La corriente by Luis Romero

La corriente by Luis Romero

autor:Luis Romero [Romero, Luis]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Realista
editor: ePubLibre
publicado: 1962-05-01T00:00:00+00:00


25. EL TELÉFONO

La tarde transcurre desanimada. Desde hace un par de años las ventas han disminuido. No tanto como afirma el dueño cuando habla con los proveedores y hasta con los amigos particulares. Ella conoce bien las cifras y no coinciden con las que cita sin venir a cuento. Puede aceptarse que engañe, por ejemplo, a los inspectores de las contribuciones o a un acreedor, pero no es honesto extender la mentira a los amigos que no vienen a pedirle dinero, sino a comprar algún disco o informarse sobre un nuevo modelo de tocadiscos, o a charlar un rato con cualquier pretexto.

Lola se ha quedado sola con Maribel, la dependienta nueva. Es demasiado joven y no piensa más que en el baile y en que si le gusta éste o el otro, confundiendo en desordenada mezcolanza a los artistas de cine, a los cantantes italianos y a los jóvenes de carne y hueso que bailan con ella los domingos o la vienen a esperar a la salida del trabajo.

Durante la tarde, solamente han entrado en la tienda tres personas. Dos de ellas no han comprado nada. Primero un joven, muy bien puesto, pero de poca edad. Deseaba canciones italianas y griegas; también se ha llevado un disco de Paul Anka. Maribel en seguida se ha acercado, pero ella la ha dirigido hacia otras ocupaciones; no le gusta que moscardonee mientras está haciendo una venta. Maribel se ha quedado en un extremo de la tienda mirando al chico como embobada. Debía de ser rico; ha gastado mil seiscientas pesetas en discos. Vestía un abrigo gris verdoso y un sombrero tirolés haciendo juego. Maribel está dando la lata toda la tarde hablándole del muchacho.

Ha entrado, algo después, un señor de aspecto no desagradable, como de cincuenta años, mal peinado, pero vestido con ropas de calidad. Ha preguntado por unos discos raros que no tienen. Ella no comprendía la palabra, y ha tenido que escribírsela: «dodecafónica». Han estado buscando en los catálogos, y por fin, no hallando lo que deseaba, se ha despedido sin comprar. Tenía unas manos huesudas y viriles y las cejas hirsutas; a ella le ha gustado, no era un pardillo como el del sombrero tirolés. Parecía de esos originales, o de los que han viajado o vivido en el extranjero. Ni se ha fijado en ella; hablaba con una voz sorda como si dialogara consigo mismo. Sólo cuando se marchaba ha dirigido hacia ella unos ojos entre agresivos y tiernos y Lola está segura de que ha enrojecido. Al mirarla, parecía que quería comunicarle algo importante; ella se sentía desarmada ante aquellos ojos. El hombre ha dado media vuelta y se ha ido sin volver la cabeza. Como el escaparate es todo de cristal y muy grande, Lola esperaba que el hombre se volviera a mirar; no lo ha hecho. Con las solapas levantadas y el gesto hosco y malhumorado, ha desaparecido sin girar la cabeza. Y a Lola no le fallan sus pronósticos. Dice, por ejemplo: «Ése se vuelve antes de llegar a la esquina», y el otro parece que obedeciera.



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