La conspiración de la señora Parrish by Liv Constantine

La conspiración de la señora Parrish by Liv Constantine

autor:Liv Constantine [Constantine, Liv]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2017-03-31T16:00:00+00:00


Capítulo 34

Jackson le dijo a Amber que tenía una sorpresa para ella. El chófer los recogió en el restaurante y los llevó al aeropuerto de Teterboro, donde les esperaba un jet privado. Cuando ella vio el aeródromo, se volvió hacia Jackson.

—¿Qué estamos haciendo? —preguntó.

—Nos vamos de viaje —respondió él acercándola a su cuerpo.

—¿De viaje? ¿Dónde? No llevo ropa.

—Claro que no, pero tampoco la necesitarás mucho —le dijo él riéndose.

—¡Jackson! —Fingió estar escandalizada—. Pero en serio, no he traído nada.

—No te preocupes. Hay tiendas en París.

—¿París? Oh, Jackson. ¿Vamos a París?

—La ciudad más romántica del mundo.

Amber se desabrochó el cinturón, se sentó en su regazo y comenzó a besarlo. Casi se desnudaron allí mismo, en el coche, pero se detuvieron junto a las escalerillas del avión. Jackson fue el primero en separarse.

—Ya hemos llegado —le dijo mientras abría la puerta.

Subieron al avión y Amber miró a su alrededor mientras Jackson hablaba con el piloto. Los únicos aviones en los que había estado eran de pasajeros de líneas comerciales, con montones de filas de asientos, y naturalmente siempre había volado en clase turista. Incluso aquella vez que se reunió con Jackson y su familia en Londres, había volado con una aerolínea comercial. Sabía que existían los jets privados, pero jamás había imaginado que serían así. Había sofás de cuero en color crema a ambos lados de la aeronave, uno enfrente del otro. También había una enorme televisión y una mesa para cuatro comensales con un jarrón de cristal lleno de flores frescas. Una puerta daba al dormitorio, con una cama doble y un baño casi tan lujoso como el del apartamento de Nueva York. De hecho era como estar en una casa más pequeña, pero igual de suntuosa.

Jackson apareció detrás de ella y le pasó los brazos por la cintura.

—¿Te gusta?

—¿Cómo no me va a gustar?

—Sígueme —le dijo él. La condujo al interior del dormitorio y abrió las puertas del armario. Señaló toda la ropa que había allí colgada—. Échale un vistazo y decide con qué quieres quedarte. Quédatelo todo, si te apetece.

—¿Cuándo has tenido tiempo de hacer todo esto?

—Me encargué de ello la semana pasada —respondió él.

Amber se acercó al armario y revisó las perchas una a una, examinando los vestidos, las camisas, los pantalones, las chaquetas y los jerséis, todo con la etiqueta puesta. Era evidente que lo había comprado específicamente para ella. Emocionada, empezó a sacar las perchas del armario para probárselo todo, se quitó los zapatos y el vestido. Jackson se sentó sobre la cama.

—No te importa que me quede a ver el espectáculo, ¿verdad?

—En absoluto.

Se probó hasta la última prenda, haciendo un pase de modelos para Jackson, que daba su aprobación a todo. Claro, él había escogido las prendas, así que tenía sentido que le gustaran.

—También tienes zapatos. Arriba, en la balda —le dijo.

—Has pensado en todo, ¿verdad?

—Así es.

Amber levantó la cabeza y contó quince cajas de zapatos con nombres con los que antes solo había soñado. Cada par costaba más o menos lo mismo que su alquiler mensual, alguno incluso más.



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