La calavera de los susurros by Jonathan Stroud

La calavera de los susurros by Jonathan Stroud

autor:Jonathan Stroud [Stroud, Jonathan]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico
editor: ePubLibre
publicado: 2014-01-01T00:00:00+00:00


* * *

El encuentro con la calavera hizo que trasnocháramos, claro. No podíamos irnos a dormir directamente después de aquello. Pese a la frustración que sentíamos por su falta de colaboración, estábamos demasiado emocionados para descansar y la rareza de lo sucedido nos revitalizó. Según George, este era el primer fantasma de tipo tres confirmado desde que Marissa Fittes había fallecido. Había habido constancia de otros a lo largo de los años, pero los agentes involucrados en esos casos o habían muerto poco después o les habían diagnosticado demencia, o a veces ambas cosas. Sin duda, nadie había podido actuar como verdadero testigo, a diferencia de Lockwood y George. Yo era única y mi don era algo que premiar, y nos haría ricos si jugábamos bien nuestras cartas. Lockwood estaba más que emocionado. Nos preparó a todos una ronda de sándwiches de beicon (algo tan raro como hablar con fantasmas de tipo tres) y, mientras nos los comíamos, habló de cómo podríamos avanzar. La duda era si informar ya a la prensa o intentar que la calavera volviera a hablar, quizá delante de otros testigos que no fuéramos nosotros. Estaba seguro de que a muchos de nuestros rivales les costaría creerse nuestra historia.

Yo no participé demasiado en el debate. Estaba contenta con mi logro, claro, pero, con todos los elogios que estaba recibiendo, me sentía exhausta. El esfuerzo de escuchar a la calavera también me había agotado. Solo quería irme a la cama. Dejé que ellos dos hablaran y, cuando Lockwood comentó la única información clave que pensaba que nos había dado el fantasma, tampoco me uní a la conversación. Pero los dos leyeron y releyeron las notas garabateadas de George y, cuanto más las leían, más energía y ganas de hablar tenían.

Ciertamente, la calavera había mencionado algo que nadie más sabía. Que Bickerstaff escondía documentos bajo la tarima de su estudio. Documentos secretos.

Documentos que podrían resolver el enigma del espejo de hueso.

Documentos que posiblemente siguieran allí, en la casa abandonada junto a Hampstead Heath.

Eso sí que era interesante.

Como Lockwood había dicho, era casi seguro que el fantasma mentía. Las posibilidades de que tuviera una conexión cercana con Bickerstaff y el espejo de hueso no eran altas. Incluso si estuviera diciendo la verdad, puede que esos documentos se hubieran desintegrado o que se los hubieran comido las ratas (qué gracia nos hizo pensar en esto). Pero sí había una posibilidad. Puede que estuvieran allí. Lockwood se preguntó si merecía la pena comprobarlo. George pensaba que sí y yo estaba demasiado cansada como para llevarle la contraria. Antes de irnos a la cama (ya había amanecido), elaboramos un plan. Al día siguiente, siempre y cuando no hubiera más novedades, organizaríamos una expedición.

Cuando al fin salí de la cocina, los pájaros cantaban tras la ventana. Iba a ser otra bonita mañana.

Antes de cerrar la puerta, eché un último vistazo a la habitación. El frasco sellado seguía donde lo habíamos dejado, en la mesa, tranquilo y en silencio, con el plasma casi traslúcido.

La calavera me sonreía, como de costumbre.



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