La cabaña by Paul Young

La cabaña by Paul Young

autor:Paul Young [Rodriguez, Jovanny Jose Delgado]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: - Divers
publicado: 2010-08-09T03:00:00+00:00


Vadeo en el agua

Nuevo mundo, gran horizonte

Abre los ojos a su exactitud

Nuevo mundo, tras alarmantes

olas de azul

-David Wilcox

Jesús estaba terminando de lijar la última esquina de lo que parecía un cofre sobre una mesa del taller. Pasó sus dedos a lo largo del canto liso, asintió con satisfacción y dejó la lija. Salió sacudiéndose el polvo de los jeans y la camisa mientras Mack se acercaba.

-¡Oye, aquí, Mack! Le estaba dando unos toques finales a mi trabajo para mañana. ¿Te gustaría ir a dar un paseo?

Mack pensó en el rato que habían pasado juntos la noche anterior bajo las estrellas.

-Si vas tú, yo estoy más que dispuesto -respondió-. ¿Por qué todos ustedes no dejan de hablar de mañana?

-Será un gran día para ti, Mack, una de las razones de que estés aquí. Pero vámonos. Hay un lugar especial que quiero mostrarte al otro lado del lago, con un paisaje indescriptible. Desde ahí pueden verse incluso algunos de los picos más altos.

-¡Suena maravilloso! -respondió Mack, entusiasmado.

-Veo que traes nuestro almuerzo, así que estamos listos para irnos.

En vez de doblar a un lado u otro del lago, donde Mack sospechaba que habría una vereda, Jesús echó a andar hacia el muelle. El día era brillante y hermoso. El sol calentaba la piel, aunque no demasiado, y una brisa fresca y perfumada acariciaba suave y amorosamente sus rostros.

Mack supuso entonces que tomarían una de las canoas arrimadas a los postes del muelle, pero le sorprendió que Jesús no vacilara al pasar junto a la tercera y última de ellas, encaminándose al extremo del muelle. Una vez ahí, se volvió hacia Mack y sonrió.

-Después de ti -le dijo, con burlona y ceremoniosa reverencia.

-Estás bromeando, ¿verdad? -soltó Mack-. Creí que íbamos a dar un paseo, no a nadar.

-Vamos a darlo, sólo pensé que atravesar el lago nos llevaría menos tiempo que rodearlo.

-No soy tan buen nadador, y además el agua parece jodidamente fría -se quejó Mack. De pronto se dio cuenta de lo que había dicho, y se sintió sonrojar-. Oh, quiero decir, condenadamente fría.

Volteó a ver a Jesús con una mueca congelada en el rostro, pero éste parecía disfrutar su incomodidad.

-Oye -dijo Jesús, cruzando los brazos-, los dos sabemos que eres muy buen nadador, y que alguna vez fuiste salvavidas, si no mal recuerdo. El agua está fría. Y está hondo. Pero no estoy hablando de nadar. Quiero cruzar caminando contigo.

Mack permitió al fin que lo que Jesús sugería entrara a su conciencia. Se refería a caminar sobre el agua. Previendo su vacilación, Jesús afirmó:

-¡Vamos, Mack! Si Pedro pudo hacerlo...

Mack se rió, más de nervios que de otra cosa. Para estar seguro, preguntó una vez más:

-¿Quieres que camine sobre el agua hasta el otro lado? Eso es lo que estás diciendo, ¿verdad?

-¡Qué listo eres, Mack! Nadie te hará resbalar, eso es seguro. Anda, ¡es divertido! -se rió.

Mack llegó hasta el borde del muelle y miró hacia abajo. El agua lamía sólo treinta centímetros abajo de donde él se encontraba, pero bien habrían podido ser treinta metros.



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