Kierkegaard. El primer existencialista by Joan Solé

Kierkegaard. El primer existencialista by Joan Solé

autor:Joan Solé
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Espiritualidad, Filosofía
publicado: 2015-01-01T00:00:00+00:00


El devenir existencial

La forma del devenir existencial

Hemos presentado el sujeto según Kierkegaard como un devenir existencial, como una existencia que busca su esencia en un tiempo finito abierto a la trascendencia. La noción de devenir, de desarrollo, es fundamental para el pensador danés, que describe la trayectoria moral y espiritual del ser humano en su proceso de individualización. El sujeto se define en cada momento como lo que quiere ser, y establece un horizonte de anhelos y expectativas.

En el capítulo anterior se ha dicho que Kierkegaard conserva aspectos de la filosofía hegeliana, si bien privándolos de su idealismo absoluto e interpretándolos en clave existencial. En ningún punto se da tan claramente esta adaptación como en la dialéctica. Hegel describe con esta el desarrollo de un espíritu universal. Kierkegaard toma esta dialéctica, introduce en ella modificaciones sustanciales y la emplea para mostrar el devenir del ser humano. Veamos cómo se produce este salto cualitativo.

En la dialéctica hegeliana el proceso y el cambio (o mejor dicho los conceptos del proceso y el cambio) se cumplen según una evolución necesaria que excluye la contingencia y la libertad personal. La razón individual y general, el pensamiento y la realidad (puesto que en la filosofía de Hegel son esencialmente idénticos), poseen movimiento interno, son un flujo de devenir. Cada uno de sus principios es una idea, y cada una de sus ideas contiene la idea contraria, que pugna por emerger e imponerse a la primera. Hay primero una tesis (inmediatez, afirmación) que choca con una antítesis (negación o contradicción, mediación), y del encuentro entre ambas surge necesariamente una síntesis (superación o negación de la negación). A su vez, esta síntesis se convierte en una nueva tesis que genera una nueva antítesis que desemboca en una síntesis nueva, que deviene una tesis en una nueva oposición dialéctica, y así indefinidamente: he aquí el proceso dialéctico según Hegel. Pongamos un ejemplo: a) Tesis: Se está muy bien siendo soltero; b) Antítesis: Pero la compañía de otra persona es enriquecedora; c) Síntesis: Lo mejor es crear una relación con otra persona que respete la independencia de ambos; a) Tesis: Lo mejor es crear una relación con otra persona que respete la independencia de ambos; b) Antítesis: Pero una relación de verdad requiere el compromiso y la participación en la vida del otro; c) Síntesis: En la relación debe combinarse la independencia con la participación en la vida del otro; a) Tesis: En la… (y así indefinidamente). O bien, según un ejemplo aducido por Víctor Gómez Pin: a) Tesis: La monarquía es orden; b) Antítesis: La monarquía es desorden: ¡orden republicano!; c) Síntesis: La monarquía restaurada es orden, y a partir de ahí una nueva antítesis, y así sucesivamente. Kierkegaard toma la estructura dialéctica hegeliana para entender la estructura del cambio o transformación personal (lo vemos, por ejemplo, en el hecho de que haya tres esferas de existencia) pero introduciendo tres modificaciones tan decisivas que casi hacen pensar en una estructura distinta.

En primer lugar, cambia la dinámica del proceso. En Hegel, el paso de un término a otro se da forzosamente por necesidad lógica.



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