Kes by Barry Hines

Kes by Barry Hines

autor:Barry Hines [Hines, Barry]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 1968-01-01T00:00:00+00:00


Volvió a doblar la papeleta y la introdujo en el mismo bolsillo que el dinero, y después salió de la casa y cerró la puerta tras él. El sonido provocó que un estornino emprendiera el vuelo desde el desagüe, haciendo que Billy levantara la vista mientras aseguraba la puerta.

Y a continuación entró en el garaje, abrió la ventana trasera, la de un lado, y colocó un taburete sobre una X de tiza, trazada en una posición desde la cual podía ver el exterior a través de ambas ventanas con tan solo girar la cabeza. Se acomodó sobre el taburete a esperar, pero no ocurrió nada. Permaneció sentado con el rifle sobre las piernas, silbando suavemente y meciendo los pies en silenciosa sincronía. Dejó de silbar y de mecerse cuando un gorrión común aterrizó sobre el cobertizo del halcón. Y entonces se acercó en cuclillas hasta la ventana trasera. Cuando asomó la cabeza, el gorrión se había ido. Así que regresó al taburete y se sentó de nuevo.

El chip chip de los gorriones no cesaba, pero los únicos a la vista eran unas manchas diminutas sobre las chimeneas, fuera de su alcance. De repente, un gorrión macho aterrizó en el desagüe que se encontraba encima de la ventana de la habitación trasera. Se paró sobre una pata y se rascó el pico a la velocidad de un obturador con la otra, y luego erizó las plumas y se acomodó, con su cuerpo mullido curvándose sobre el desagüe como un huevo en una taza. Billy se deslizó del taburete hacia la ventana y asomó un ojo por la esquina. Seguía allí. Entonces levantó el rifle y lo sacó despacio, virándolo y apuntando en dirección al gorrión. El gorrión dejó de trinar y miró alrededor, con sus plumas ciñéndose a su cuerpo, revelando su verdadera forma delgada. Billy se quedó como congelado. Una pausa. El gorrión se relajó y reanudó su canto, chip chip chip. Billy se arrodilló para asumir una posición más cómoda y, apoyando el codo izquierdo sobre el borde de la ventana y estabilizando el cañón contra el costado del marco, encuadró al gorrión en la mira. Un pompón gris con un babero negro; una cabeza cubierta de gris girando de perfil hasta siluetear un pico diminuto partiéndose en dos con cada trino. Un espécimen bien definido, bordeado de negro por las tejas de pizarra. Billy ajustó la mira una pizca para fijar la intersección de la cruz en medio del babero. Se contuvo. Apretó. El culatazo le causó un sobresalto y le obligó a cerrar los ojos, pero los abrió a tiempo para ver al gorrión desplomándose de cabeza con las alas abiertas ante el telón de ladrillos. Recargando el rifle, corrió a donde el gorrión yacía sobre el cemento. Lo tocó con la punta del cañón y lo giró con cuidado. No se movió. Así que se agachó a recogerlo. Tenía ambos ojos cerrados. Una fina raya de sangre enfatizaba la división del pico, pero no se veía en su cuerpo ningún otro signo de violencia.



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