Juan Carlos I: la biografia sin silencios by Rebeca Quintans

Juan Carlos I: la biografia sin silencios by Rebeca Quintans

autor:Rebeca Quintans
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Historia
publicado: 2016-01-01T00:00:00+00:00


20. Reputados asesores

SABINO, EL CENSOR DEL REY

Ni el rey ni la reina fueron al entierro de Sabino Fernández Campo cuando murió a los 91 años, el 26 de octubre de 2009, en la clínica privada Ruber Internacional de Madrid (de una neumonía que contrajo allí mismo, por cierto, durante una intervención quirúrgica a la que había sido sometido unos días antes). Es verdad que, durante los días previos de hospitalización, la reina se había interesado por su salud en una ocasión, con una visita que duró «más de una hora» (destacó la prensa en su día, como si fuera gran cosa). Pero Juan Carlos sólo fue a la capilla ardiente, instalada en el Tanatorio de La Paz (Tres Cantos, Madrid), sin gastar más de 15 minutos en la foto consolando a la viuda. Al entierro en Oviedo no asistió nadie de la familia real, que se conformó con mandar una corona. En su lugar, como representación, enviaron a su sucesor en la jefatura de la Casa Real, Alberto Aza (que para entonces ya sustituía a Fernando Almansa, el primero en ocupar el puesto al cese de Sabino). Con esta frialdad tuvo a bien el monarca acabar sus relaciones con el que durante casi 20 años había estado a su servicio en Zarzuela.

Sabino no había sido un amigo, y mucho menos un amigote, pero sí cómplice y testigo de una etapa fundamental en la vida de Juan Carlos. El «jefe», como le llamaba el rey, fue un personaje decisivo en la historia de la monarquía española, aportando habilidad política para solventar situaciones difíciles en multitud de ocasiones, y transfiriendo a la Corona su propia imagen de prudencia, que no se correspondía en realidad con las decisiones que Juan Carlos tomaba por su cuenta. Sabino corregía sus meteduras de pata, ocultaba informaciones comprometedoras, dirigía los pasos que tenía que dar… actuando casi siempre, más que como secretario, como un «tutor» y un «apagafuegos» en desaguisados políticos.

Pero no nos engañemos: de todo esto tendría que estarle agradecido Juan Carlos, pero no un país al que colaboró a engañar con el único objetivo de perpetuar el sistema monárquico, con censura, mentiras y operaciones de imagen, en temas tan serios como el 23F.

Sabino Fernández Campo comenzó su carrera de militar en la Guerra Civil, cuando se alistó como voluntario —del lado de los nacionales, claro—, y fue alférez y teniente provisional en la «defensa» de Oviedo. Aunque estudió Derecho, ya nunca abandonaría el ejército, en el que destacó por su formación académica y, en general, por sus capacidades intelectuales. Entre 1957 y 1961 tuvo uno de sus primeros destinos en la Comisión de Enlace con la Misión Americana, donde coincidió con Alfonso Armada. Y a comienzos de los 60 completó su formación realizando el curso «The Economics of National Security» (la economía de la seguridad nacional), del Internacional College de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. Años más tarde visitaría las academias militares estadounidenses más legendarias y prestigiosas.

De 1960 a 1963 fue interventor de la



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