Instituciones divinas Libros IV-VII by Lactancio

Instituciones divinas Libros IV-VII by Lactancio

autor:Lactancio [Lactancio]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Filosofía
editor: ePubLibre
publicado: 0310-01-01T05:00:00+00:00


LIBRO VII

SOBRE LA VIDA FELIZ

Hay que hablar ahora del premio que espera a los que han aceptado la religión verdadera

1 «Ya está bien; ya han sido puestos los cimentos», como dice el eximio orador[1]. Pero yo no sólo he puesto los cimientos firmes y adecuados que sirvieran para levantar el edificio, sino que, con grandes y robustas paredes, he llegado casi hasta el techo del edificio ya acabado. Queda lo que es ya 2 mucho más fácil: techarlo y adornarlo, ya que, si no se hace, todo el trabajo anterior será inútil y estéril. Efec3tivamente, ¿de qué sirve verse libre de las falsas religiones y conocer la verdadera; de qué ver con claridad la vanidad de la falsa sabiduría y saber en qué consiste la verdadera; de qué, insisto, sirve defender la justicia celestial; de qué mantener, entre grandes dificultades, el culto divino[2] —lo cual es la mayor de las virtudes— si a ello no sigue el 4 premio divino de la felicidad eterna? De esta felicidad hablaré en este libro, para que todo lo anterior no parezca ridículo y estéril, cosa que sucederá si dejo sin aclarar el motivo por el que emprendí esta tarea; y lo hago para que nadie, al no creer en el premio celestial que espera a mis esfuerzos —premio que Dios tiene establecido para el que desprecia los bienes halagüeños de la tierra en aras de la virtud sola y desnuda—, piense que he perdido el tiempo 5 con esos esfuerzos. Completemos con suficiencia esta parte, recurriendo tanto al testimonio de las Sagradas Escrituras como a argumentos lógicos, para que quede igualmente claro que debemos anteponer el futuro al presente, lo divino a lo terreno, y lo eterno a lo perecedero, puesto que lo perecedero es el premio de los vicios y lo eterno el de 6 las virtudes. Expondré, pues, qué significa el mundo, para que se pueda entender fácilmente cuándo y por qué lo hizo Dios, cosa que Platón, que habló de la creación del mundo, no pudo saber ni explicar: y es que Platón desconocía el misterio celestial, misterio que es conocido sólo por los profetas, y ello bajo el magisterio divino; de ahí que dijera que «había sido creado para siempre»[3], cosa que en absoluto es así, porque todo lo que es de materia sólida y pesada, de la misma forma que tuvo comienzo en algún momento, así también tendrá necesariamente fin. 7 Por otro lado, Aristóteles, quien al no comprender cómo iba a poder desaparecer la grandeza de este mundo y queriendo eludir este fatal final dijo que «el mundo había exis8tido desde siempre y existiría para siempre»[4], en absoluto comprendió nada, ya que todo lo que existe debió tener necesariamente en algún momento principio y que nada puede existir si no ha tenido un comienzo. Ahora bien, puesto que nosotros mismos vemos que desaparecen, se consumen y extinguen la tierra, el agua y el fuego, elementos que son ciertamente parte del mundo, hay que entender que es mortal



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