Instant Karma by Wendy Davies

Instant Karma by Wendy Davies

autor:Wendy Davies
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Juvenil
publicado: 2016-02-10T23:00:00+00:00


Capítulo 23

Rin

¡Qué poco cuesta construir castillos en el aire

y qué cara es su destrucción!

FRANÇOIS MAURIAC

Rin tenía un secreto.

Uno de esos secretos pegajosos que se adhieren a la piel, a cada palabra pronunciada y hasta al alma. Un secreto que encerraba una mentira que nunca fue verdad.

He aquí su gran secreto: no había ningún planeta.

Ningún planeta que fuera suyo, evidentemente; de los otros hay muchos. Lo cierto es que no tenía un lugar donde ser feliz, ni siquiera un diminuto planeta de gatos o de soledad. Solo estaba él, el eco de los recuerdos y un amasijo de confusión. Era como estar durmiendo tranquilamente y, de repente, tener que enfrentarte a una pesadilla de la que no consigues despertar. Encerrado dentro de tu propio cuerpo sin escapatoria, sin posibilidad de ayuda o rescate, solo esperando a que tu mente decida liberarte. No había ningún sitio al que ir. La mente de Rin se rebelaba, encarcelándolo de una manera en la que le arrebataba su derecho más básico, el derecho a razonar. Le quitaba el poder, dejaba de ser príncipe para convertirse en súbdito. Lo peor de todo era que no había nada que Rin pudiera hacer.

No hace falta decir que la versión del planeta ficticio, un planeta suyo, era mucho mejor porque estaba llena de esperanza, esperanza de poder alcanzar en él la libertad y ser feliz. A Rin le habría gustado que fuera verdad, pero hay cosas que ni el tiempo puede cambiar. Era, por tanto, imposible que Rin abandonase su cuerpo y apareciera mágicamente en un planeta donde pudiera encajar. Infringía tantas leyes lógicas y físicas que resultaba obscenamente absurdo.

Rin había aprendido que, en ocasiones, la gente finge creer mentiras —incluso sin ser consciente— para poder seguir adelante, para mantener a raya el miedo, el dolor o la soledad. Por eso cuando alguien le decía que estaba en su mundo o que parecía ser de otro planeta él se limitaba a darles la razón. Esa mentira era mucho mejor que la verdad. La verdad era que Rin sí que pertenecía a este planeta y que, aun así, había gente que se creía con derecho a decirle que él no encajaba. Como si la Tierra les perteneciese, como si él tuviera que ser como los demás por el simple hecho de que ellos eran mayoría. Cuando todos creían que la Tierra era plana, era de locos pensar que pudiera ser redonda. Y, sin embargo, el tiempo había demostrado que los locos eran ellos. Pero Rin no tenía tanto tiempo, acabaría desapareciendo destinado como estaba a convertirse en polvo y, cuando se demostrase que él no era un extraterrestre al que temer o menospreciar, ya sería tarde.

—¿Qué has dicho? —Por un momento había sentido como si su madre se hubiera sacado los ojos y se los hubiera lanzado. Su mirada le dolía.

Intuía que había hecho algo mal, pero muy mal. Solo que no sabía qué era ese algo. ¿Era algo que había hecho, algo que había dicho? Repasó mentalmente los últimos



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