Igual que ayer by Eduard Palomares

Igual que ayer by Eduard Palomares

autor:Eduard Palomares [Palomares, Eduard]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2022-11-14T00:00:00+00:00


Un novio bohemio

—¡Si te crees que me voy a ir contigo a Francia, vas listo! —gritó la chica a través de la ventanilla cerrada del Renault 4L.

Recasens no le hizo caso, le susurró algo a Antoñito y subió al coche. Ella saltó como pudo al asiento del copiloto.

—¡Desátame y deja que me vaya! —exigió Mary.

En vez de eso, Recasens usó su brazo derecho para aplastarla contra el asiento, mientras Antoñito se situaba detrás de la chica para amarrarla al asiento con un cabo.

—¡Fascistas de mierda! —aulló ella, hasta que la presión de la cuerda hizo que se quedara sin aire.

—¿Estás seguro de lo que haces? Porque últimamente no hay quien te entienda —preguntó Antoñito.

—Más o menos. Ya hablaremos cuando se calmen las cosas.

—¿Crees que nadie se dará cuenta de que me estás secuestrando? ¡Llamarán a la policía, idiota! —se esforzó Mary en decir mientras recuperaba el aliento.

—Estupendo, porque es allí donde voy a dejarte. Quien se larga a Francia soy yo —replicó Recasens mientras arrancaba el coche y daba un brusco acelerón.

La expresión de Mary transitó hacia la rabia en una milésima de segundo.

—¡Mierda de chivato! ¡Rata podrida! ¡Facha asqueroso!

—Tranquila, que no estarás ni una hora en el calabozo. Llamarán a tus padres y a casita. ¿Sabes qué me pasará a mí? Que Del Duque me joderá la vida si le digo que no te he encontrado. Aún hay clases, por si no lo sabías…

—Claro que lo sé, y también sé que tú y los tuyos estáis perdiendo la lucha de paliza. Pero ¿qué haces para cambiar las cosas? ¡Nada de nada! ¿Votarás en junio? —preguntó ella con desdén.

Recasens no respondió, porque tampoco se lo había planteado. Se dedicó a guiar el coche por las callejuelas de la Barceloneta.

—¿Sí? ¿No? ¡Qué más da! Si seguirán mandando los de siempre —continuó.

—¿Como tu padre? —la retó Recasens mientras encaraba el camino de subida por Vía Layetana.

—Sí, claro, exactamente como mi padre. Y te aseguro que él sabe muy bien cómo proteger a los suyos.

—Pues mejor para ti.

—¡Pues no, imbécil, me tiro antes por un puente que obedecer a mi padre!

—Preocúpate de lo tuyo, entonces. No necesitamos que ninguna niña bien nos salve.

—¿Estás seguro? Porque lo único que veo es que estáis cagados de miedo.

Recasens, mudo, empezó a subir por Vía Layetana hasta que rebasó la comisaría y siguió en dirección hacia la plaza Urquinaona.

—¿Qué haces? —preguntó ella al ver que no detenía el coche.

—Yo me largo, ya te lo he dicho. Tú tienes dos opciones: puedes venirte conmigo si te portas bien y me haces caso. O si lo prefieres, te dejo en comisaría —respondió Recasens con media sonrisa—. Y ahórrate los mítines conmigo, ¿quieres?

La mirada de Mary se llenó esta vez de confusión.

—¿Y qué vamos a hacer tú y yo en Francia?

—Escribir una carta explicando que te has echado un novio bohemio y que te vas a vivir una temporada a París. Es la única forma que se me ocurre de que te dejen en paz tus padres… y la policía.



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