Historias - Libros V-VII by Paulo Orosio

Historias - Libros V-VII by Paulo Orosio

autor:Paulo Orosio [Orosio, Paulo]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 0415-12-31T16:00:00+00:00


15 Hasta tal punto está claro que no fueron ni la luna ni las nubes las que se colocaron delante de la luz solar, que, se dice, la luna, que se encontraba entonces en el decimocuarto día después del novilunio, estaba muy lejos de la presencia del sol, ya que tenía en medio toda la extensión del cielo; y se dice también que a lo largo de todo el cielo brillaron entonces las estrellas en pleno día o, mejor, en aquella horrible noche. Y esto lo atestiguan no sólo la credibilidad de los santos evangelios, sino también algunos libros griegos. A partir de ahora, 16 tras la pasión del Señor, al que los judíos persiguieron en la medida de sus posibilidades, esos mismos judíos conocen incesantes desastres hasta que desaparezcan reducidos a la nada y en diáspora. Y es que Tiberio, 17 con el pretexto de un servicio militar, alejó a la juventud de los judíos a regiones de clima difícil; a los demás de este pueblo y a los que seguían prácticas semejantes[329] los echó de la ciudad, a excepción de los que habían renunciado a sus ritos, condenándolos así a una eterna servidumbre. Con todo, les donó las ciudades de 18 Asia que habían sido destruidas por aquel famoso terremoto, librándoles de tributos y dándoles incluso generosamente algo[330].

Tiberio murió con sospechosos síntomas de envenenamiento.

De la crueldad e infames estupros del César Gayo Calígula; de los venenos que se encontraron en su casa por su sucesor, y de los sufrimientos que conocieron los judíos en un duro levantamiento en Alejandría, en el cambio de ritos en el templo de Jerusalén, y en la muerte del gobernador Pilato

5 En el año 790 de la fundación de la ciudad comenzó a reinar, como tercer sucesor de Augusto, Gayo Calígula; y se mantuvo en el trono cuatro años no enteros[331]; hombre el más malvado de todos los que habían vivido antes que él y que daba la impresión de que había sido enviado como digno castigo a la blasfemia de los romanos y a la obstinada persecución 2 de los judíos. De él se dice, por señalar brevemente la magnitud de su crueldad, que pronunció la frase: «Ojalá que el pueblo romano tuviese una sola cerviz»[332]. Muchas veces se quejó incluso de la situación de su época, porque ésta no era marcada por ningún desastre público.

3 ¡Oh bienaventurados renuevos de los tiempos cristianos! ¡Qué gran poder habéis ejercido en las cosas humanas, hasta el punto de que la crueldad humana ha podido desear desastres, pero no encontrarlos! He aquí que la hambrienta fiereza se queja de la tranquilidad general: La impía locura, sentada en el interior sobre las crueles armas y con cien cadenas de bronce atadas tras las espaldas brama horriblemente con boca sangrienta[333]. 4 Antes, esclavos rebeldes y gladiadores fugitivos aterrorizaron Roma, voltearon Italia, arrasaron Sicilia, hasta convertirse en temibles ya entonces para casi todo el género humano a lo largo de todo el mundo. Ahora, sin embargo, en la



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