Historia General de España - XXV by Juan Valera

Historia General de España - XXV by Juan Valera

autor:Juan Valera [Valera, Juan]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 1886-12-31T16:00:00+00:00


CAPITULO XIII

Muere el general Topete.—La situación política.—El partido liberal-conservador.—Los constitucionales.—Los posibilistas.—Los federales.—Los zorrillistas.—Los tradicionalistas.—Las bellas artes y las letras durante el reinado de Alfonso XII.—Las literaturas regionales.—Trabajos jurídicos.—Postrera enfermedad de Alfonso XII.—Su muerte.

En la madrugada del día último de octubre falleció en la corte el célebre general don Juan Bautista Topete y Carballo. Había visto la luz primera en 24 de mayo de 1821 en Tacotalpa, provincia de Yucatán, cuando aún formaba parte aquel territorio de los dominios españoles. Su padre era general de la armada y él entró en esta de guardia marina a la edad de 14 años. Era uno de los marinos españoles que habían navegado más tiempo y en mayor número de buques. En 1857 le confió el gobierno el mando de una escuadrilla de barcos menores para la persecución de la trata de negros, haciendo en tal ocasión una honrosísima campaña. En la de África fue nombrado mayor general de las fuerzas navales y su brillante comportamiento le valió el empleo de coronel, la cruz de San Fernando y la medalla de oro que el cuerpo de ingenieros de minas destinó al jefe u oficial de la armada que más se distinguiese en aquella guerra por sus hazañas y sus conocimientos. La amistad que allí contrajo con el general O’Donnell y la tendencia natural de sus ideas indujéronle entonces a afiliarse en el partido de la Unión liberal. Corría el año de 1862 y mandaba Topete el navío «Rey don Francisco de Asís» cuando Cádiz le eligió diputado y tomó por vez primera asiento en el Congreso. Terminada la legislatura se le confió el mando de la fragata «Blanca». Hallábase a bordo de ella en la bahía de Calderas cuando se rompieron las hostilidades entre España y las repúblicas del Perú y Chile; bloqueó el puerto y apresó once buques chilenos; efectuó luego varios otros bloqueos y unido a la fragata «Villa de Madrid» batió en Abtao la escuadra del Perú, a costa de una travesía que todos los marinos juzgaron heroica por la circunstancia de no haberse atrevido nunca a surcar aquellas peligrosas aguas ninguna nave de tanto porte. Distinguióse asimismo en el glorioso combate del Callao, en el cual avanzó sobre los fuertes hasta colocarse en cuatro brazas de fondo, siendo herido en el antebrazo izquierdo el bizarro comandante de aquella famosa «Blanca», cuya tripulación, compuesta de catalanes y andaluces, excitaba con su arrojo la emulación de sus valerosos camaradas. Apenas le hubieron hecho la primera cura volvió a ocupar su puesto en el combate, hasta que a las cuatro de la tarde se agotaron las municiones y casi todos los fuertes del Callao hubieron apagado sus fuegos. Medio año se mantuvo la «Blanca» en constante zafarrancho, esto es, aparejada a entrar en lucha, y la tripulación vio siempre a su comandante tan sereno, animoso y solicito por la seguridad y bienestar de sus subordinados, que llegó a quererle con idolatría. A consecuencia de estos hechos, fue promovido al empleo de brigadier y agraciado además con la gran cruz de Isabel la Católica y la de segunda clase del Mérito Naval.



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