Historia del Caballero Des Grieux y de Manon Lescaut (Tiempo de Clásicos) (Spanish Edition) by Abate Prévost

Historia del Caballero Des Grieux y de Manon Lescaut (Tiempo de Clásicos) (Spanish Edition) by Abate Prévost

autor:Abate Prévost [Prévost, Abate]
La lengua: spa
Format: azw3
ISBN: 9788415803010
editor: Siruela
publicado: 2013-02-07T00:00:00+00:00


Fin de la primera parte

Segunda parte

Mi presencia y las atenciones del señor de T… acabaron por disipar la tristeza que aún podía quedarle a Manon. Olvidemos, alma mía, nuestros terrores pasados, le dije al llegar, y empecemos más felices que nunca una vida nueva. Después de todo, el amor es buen maestro; la fortuna no podría causarnos tantas penas como goces nos hace saborear. Nuestra cena fue una auténtica escena de alegría. Yo estaba más orgulloso y más contento, con Manon y mis cien pistolas, que el más rico potentado de París con sus tesoros acumulados. Debemos apreciar la riqueza propia por los medios que ofrece para satisfacer nuestros deseos. A mí sólo me quedaba uno por colmar; ni siquiera el futuro me preocupaba demasiado. Estaba casi seguro de que mi padre no pondría ningún reparo a darme lo necesario para vivir honorablemente en París, pues, como ya había cumplido veinte años, tenía derecho a exigir mi parte de la herencia de mi madre. No le oculté a Manon que el monto de mis riquezas sólo ascendía a cien pistolas. Suficiente para esperar tranquilamente una fortuna mejor, que no había de faltarme, bien por mis derechos naturales1, bien por los recursos del juego.

Así2, durante las primeras semanas, sólo pensé en disfrutar de mi situación; y la fuerza del honor, tanto como un resto de temor a la policía, me hicieron aplazar de día en día el momento de reconciliarme con los socios del Hôtel de T…, y me limité a jugar en algunas reuniones menos desacreditadas donde el favor de la fortuna me ahorró la humillación de tener que recurrir a las trampas. Iba a pasar en la ciudad una parte de la tarde, y volvía a cenar a Chaillot, acompañado en muchas ocasiones por el señor de T…, cuya amistad hacia nosotros aumentaba día a día. Manon encontró recursos contra el aburrimiento. Trabó amistad, en el vecindario, con algunas jóvenes que la primavera había atraído hasta allí. El paseo y las pequeñas labores de su sexo la tenían ocupada alternativamente. Jugaban algunas partidas cuyos límites ellas mismas habían decidido y con cuyas ganancias se costeaba el coche. Iban a tomar el fresco al Bois de Boulogne3, y por la noche, a mi regreso, encontraba a Manon más bella, más contenta y más apasionada que nunca.

Sin embargo, surgieron algunas nubes que parecieron amenazar el edificio de mi felicidad. Pero fueron limpiamente disipadas, y el carácter travieso de Manon prestó tanta comicidad al desenlace que aún encuentro agrado en un recuerdo que me muestra de nuevo su cariño y los encantos de su ingenio.

El único criado que formaba nuestra servidumbre me llevó un día aparte para decirme, con mucho apuro, que tenía algo importante que comunicarme. Lo animé a hablar con toda libertad. Tras algunos rodeos me dio a entender que un señor extranjero parecía haberle tomado mucho afecto a la señorita Manon. En todas mis venas se dejó sentir la alteración de mi sangre. «¿Lo tiene ella por él?», le interrumpí yo con más vehemencia de la que la prudencia permitía para informarme.



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