Historia de la Shoah by Georges Bensoussan

Historia de la Shoah by Georges Bensoussan

autor:Georges Bensoussan [Bensoussan, Georges]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 1997-01-01T00:00:00+00:00


IV. Borrar las huellas

En un primer momento los cadáveres eran enterrados en gigantescas fosas comunes. El temor de que sean descubiertas se amplía para Alemania en la medida en que se aleja la perspectiva de una victoria rápida. Pero la magnitud del crimen es al mismo tiempo el más seguro aliado de su negación y cada quien es consciente de que en el futuro la tentación de poner en duda la realidad de las masacres será posible, si no probable[121].

Himmler arma, en junio de 1942, el comando secreto «1005» (mandado por el coronel de las SS Paul Blobel, el responsable de Babi Yar) que tiene como tarea reabrir las fosas de las matanzas de 1941 y 1942, extraer de ellas los cadáveres, quemarlos, y hacer desaparecer los rastros (incluso machacando los huesos más duros y vertiendo las cenizas en las riveras o utilizándolas como abonos fosfatados, como aislante térmico, como revestimiento de caminos, cuenta Primo Levi con respecto a Birkenau), rellenar las fosas y plantar en todas partes praderas o arbustos. En el otoño de 1942, los cuerpos amontonados en las fosas cercanas a Sobibor y Belzec son retirados y quemados. Luego es el turno de Treblinka en 1943. En Auschwitz, los cuerpos son quemados al aire libre antes de la construcción de los crematorios: «[…] Cuando, el fuego había prendido bien, se arrojaban a él los otros cadáveres. La grasa que se depositaba en el fondo de la fosa era recuperada en cubetas que se vertían sobre el fuego para acelerar el proceso de combustión. Cuando había viento del oeste, la pestilencia de los cuerpos llegaba hasta el campo[122]». A partir de finales de 1943, Birkenau y sus crematorios, que pueden quemar 8.000 cuerpos cada veinticuatro horas, asumen durante un año entero lo esencial de la destrucción de los judíos de Europa. La «Solución final de la Cuestión Judía», y la expresión es por ella misma elocuente, fue querida de principio a fin como una operación «secreto de Estado». Por eso el lenguaje utilizado por los burócratas del asesinato ha sido travestido y camuflado. Pero ese secreto busca también la protección de la conciencia: la represión [refoulement] del horror obliga a maquillar el vocabulario. Los asesinos tienen todavía necesidad de eufemizar el crimen. Las palabras «muertos», «gaseamientos», «fusilamientos», «exterminio» no figuran sino excepcionalmente en los documentos internos. Ese lenguaje enmascarado tiene de ese modo una doble función, externa (evitar la difusión de un secreto de Estado), e interna (la autoprotección psicológica). El gaseamiento es llamado «tratamiento especial» (Sonderbehandlung), las cámaras de gases son denominadas «instalaciones especiales» (Spezialeinrichtungen), la liquidación es denominada «evacuación» o «reinstalación al Este». Los forzados judíos que reabren las fosas no tienen el derecho de decir «cadáver» o «víctimas». Tienen que hablar de «trapos», de «marionetas», de «maderos». Las ejecuciones en masa perpetradas por los Einsatzgruppen, y que valen promociones y condecoraciones a sus responsables, son consideradas como el «cumplimiento de una misión especial de guerra». Como la expresión «tratamiento especial» engañaba ya a muy pocos,



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