Hijos del reino by Nemeron

Hijos del reino by Nemeron

autor:Nemeron
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Aventuras, Histórico
publicado: 2017-05-04T03:00:00+00:00


7

Él Hermano

Él rubio Isidoro no podía dar crédito a lo que estaban escuchando sus oídos - ¡Por Dios Santo y la corte celestial! ¡Estáis hablando de Leandro!, Estáis hablando de mí hermano.

- Antes que hermano, Isidoro, sois un soldado de Cristo - Le recordó con glacial frialdad el rollizo y anciano Gregorio Magno. Isidoro se encontraba reunido en una de las salas asignadas al obispo de Constantinopla, con el poderoso Gregorio Magno. Aquel lugar de paredes repletas de mosaicos y lúcidos tapices, revestía cierta tristeza. Quizás fuera por su silencio sepulcral que impenitente, rebotaba en forma de eco jugando entre sus gruesos y altos muros, o quizás por su escasa luz que tímida, apenas se dejaba entrever proveniente de estrechos y enrejados ventanales.

En el centro de la estancia había una gran mesa de madera de encina y alrededor de ésta, grandes poltronas dispersadas sin orden ni concierto para recostarse.

Gregorio e Isidoro estaban solos. En pie, uno frente al otro. El obispo iba ataviado con sus vestiduras oficiales, báculo en mano, pletórico de joyas y símbolos eclesiales. Isidoro en cambio solamente lucía un hábito de un blanco impoluto y unas tristes sandalias

- Pero eminencia, no puedo entenderos ¿Por qué?

- ¿Por qué?

- Si Leandro os ha servido bien, ha luchado y ha mantenido a la Iglesia viva en Híspalis, ha cumplido lo que se le pidió ¡Más aún!

- Ni el emperador, ni el papa, ni tan siquiera yo, esperamos que Leandro lo entienda, mi buen Isidoro. Él caso es que es cierto que Leandro ha cumplido bien su misión, pero ahora es tiempo de que marché a Cartago Nova y te deje a ti su cometido en Híspalis. Se aproximan cambios importantes en el reino de los visigodos y la Iglesia quiere estar presente y ser partícipe de todos ellos. Queremos que tú, Isidoro, seas nuestro nuevo obispo, queremos que hables en nombre de la Iglesia y lleves a buen puerto nuestros fines.

- Deberéis ser más persuasivo obispo Gregorio, si queréis que os ayude en el cometido de destituir a mi hermano. Debéis de hablarme cómo a un igual y no embaucarme con los castillos de oro de Babilonia. Sabed que en su día hice voto de pobreza y no persigo ni el poder, ni tampoco la riqueza. Todo eso me da igual.

- También hicisteis voto de obediencia ¿No basta con eso para que me hagáis caso?

- Eminencia - Y el tono de Isidoro se agravó, confiriéndole una apariencia más grave y de lo que era realmente - Os lo estoy diciendo.

No

- Está bien Isidoro. Espero que esto quede en secreto entre nosotros y jamás sea rebelado en forma alguna.

- Os lo prometo, quedará cómo secreto de confesión.

- Que así sea.

- Decidme pues, eminencia - Y ambos se sentaron.

- No es un secreto decirte que las cosas no van muy bien para el Imperio. Éste emperador ha resultado un inepto al lado de su predecesor y es mucho lo que se ha perdido.

- ¿Los persas?

- Los persas, los germanos, los hunos ¿Qué más da? Entre bárbaros y no bárbaros.



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