Hasta que amanezca by Linn Ullmann

Hasta que amanezca by Linn Ullmann

autor:Linn Ullmann [Ullmann, Linn]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama
editor: ePubLibre
publicado: 2004-09-09T00:00:00+00:00


* * *

Johan levantó la cara y se encontró con su propia mirada en el espejo del baño. Parecía cansado. Estaba cansado. Era uno de esos cansancios duraderos. Que duraban día y noche. Estaba insomne y cansado. Dormía y tenía sueño. Daba igual. Se acordó de la niña de la consulta que pensaba que era igual de viejo que su abuelo. Se miró fijamente. Ése era el rostro que ella había visto. Ese rostro… ¡Pobre criatura!

* * *

Al día siguiente de que Johan, a la edad de trece años, pidiera un favor a la Muerte, su madre se levantó de la cama con las mejillas levemente sonrosadas. Una semana más tarde ya se pasaba todo el día levantada y al cabo de tres semanas estaba recuperada y de vuelta al trabajo. Johan casi se había olvidado del episodio de su habitación cuando un año después escuchó por casualidad una conversación entre el padre y la madre en el cuarto de estar. El padre había ido al médico, ya lo sabía, pero no había reparado en ello. Oyó el aterrado susurro de su padre y la dulce voz confortadora y tranquila de su madre. ¡Todo irá bien! ¡Sé que irá bien! ¡Siempre va bien! Y entonces oyó que su padre se echaba a llorar y decía: «¡Tengo miedo!». Johan se incorporó en la cama. Su padre, ese hombrecito maloliente sin amigos, ese hombre bienintencionado que siempre había sido tan bueno con él, estaba sentado en el cuarto de estar llorando, diciendo que tenía miedo.

Johan se apresuró a juntar las manos y dar las gracias.

—Gracias, gracias, gracias —⁠susurró, a la vez que sentía su propio llanto en la garganta. Se secó la cara con el puño. Volvió a tumbarse en la cama. Cerró los ojos. Escuchó las voces en el cuarto de estar. El silencioso llanto de su padre.

Johan volvió a juntar las manos.

—¡Oye, tú! —susurró en la oscuridad⁠—. ¡Hola!

No recibió respuesta alguna.

—Sé que me estás escuchando y sólo quiero decirte que te estoy agradecido por haber hecho lo que te pedí, pero no creas que es un sacrificio pequeño. Mi padre es un buen hombre. No es que no lo quiera. Dijiste que yo no lo quería, pero sí lo quiero.

Johan sopló al espejo. Vio allí la cara de su padre. La última imagen de la cara blanca y aterrada de su padre antes de que su madre cerrara la puerta y empezaran los aullidos.



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