Hablo como hombre by Max Aub

Hablo como hombre by Max Aub

autor:Max Aub [Aub, Max]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 1967-01-01T00:00:00+00:00


15. EL NUEVO TRATADO DE PARÍS

GENERALMENTE la indignación, para bien o para mal, impide el desarrollo normal de cualquier otra facultad; la solemos llamar santa, para mayor claridad. Siento que estos oscuros días de ira no me hayan permitido tratar algún otro asunto, con la objetividad necesaria, para darle las calidades que, con razón o sin ella, parecían poder esperar de mí.

Desgraciadamente los hechos, los acontecimientos, no sólo justifican sino que abonan mi incapacidad. Desde que las leyes lo son —no hace tanto, pero bastante— el vencido debe ratificar su deshonra con el borrón de su firma, en ese momento todos se descubren como al paso de un entierro: ahora, en París, acaban de enterrar a la República Española[174].

A mi juicio, en estos días pasados, hemos perdido la guerra. Tal es como así suena: hemos perdido la guerra, nuestra guerra, o si queréis: hemos reconocido nuestra derrota. Y eso amarga y reconcome y no deja lugar a lindas especulaciones literarias. Hasta este momento e, ideológicamente, quijotescamente, si queréis, a pesar del destierro y de los infortunios, el español exiliado podía andar orgulloso de sí, entre los demás, sin reconocer ni su vencimiento, ni la tierra extranjera que pisaba. Podía suponer que bajo sus plantas llevaba todavía el polvo de Cataluña, de las Vascongadas o de Extremadura que le aislaba del mundo de su alrededor. Pero la aceptación por parte del Gobierno que, queramos o no, nos representa, de entablar negociaciones, hoy, mañana o pasado, con una parte de los fautores de la rebelión militar de 1936 deja trágicamente al descubierto el reconocimiento de nuestra derrota y viene a darle la razón, quiéranlo o no, al sedicente ministro de Justicia del régimen de Franco cuando aseguraba —en estos días— que los que no regresen ahora a España son criminales de derecho común[175]. Porque, ¿qué otra cosa, si no, representa el transar con los auténticos asesinos de la República? En este revoltijo de bajezas, ¿quiénes son los criminales? ¿Qué representa el reunirse —el unirse— con Arandas, Albas o Giles, sino el suponer no saber ya quiénes son los delincuentes[176]? ¿Qué es aceptar el perdón que nos ofrecen —en la forma que sea— sino declarar que nosotros fuimos los fautores? ¿Qué es ese contubernio sino aceptar que fuimos nosotros los sublevados, los forajidos, los agraviadores?

Quede bien entendido que no culpo personalmente a los miembros del gobierno: la resistencia humana es cosa muy particular. Lo que sí hay que echarles en cara es su responsabilidad histórica para el día de mañana.

Si alguna vez debió haber perdón había de ser el nuestro y con ello la victoria. Ahora es cuando podemos decir que hemos perdido la guerra. Hasta ahora nadie lo había reconocido oficialmente. Todos estos transadores, ¿cómo cruzaron la frontera?

Los que salimos vencidos, pero seguros de la razón de nuestra causa, ¿hemos de volver bajo la mirada irónica del Santo Padre o la bendición del Obispo de Madrid-Alcalá?… A eso vamos. Ya sé, hay que ir, e iré, iremos —con la vista baja— gracias a la santa política vaticano inglesa.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.