Furia Intemporal by Lloyd Biggle Jr

Furia Intemporal by Lloyd Biggle Jr

autor:Lloyd Biggle, Jr.
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ciencia Ficción
publicado: 1965-06-24T00:00:00+00:00


5

Karvel se reclinó sobre la exquisita y mullida suavidad del sofá en forma de salchichón y miró a través de una burbuja transparente hacia el supuesto planeta Tierra… Supuesto porque el resplandeciente globo suspendido en el vacío del espacio apenas ofrecía una semejanza nebulosa con la Tierra que el comandante conocía. Los continentes se representaban a la vista dislocados y retorcidos, anchos donde debían ser angostos y estrechos en las zonas donde debían ser amplios. El mar los había inundado en algunos puntos, retirándose y dejando la tierra firme al descubierto en otros. La primera ojeada estuvo a punto de provocar las lágrimas de Karvel. Era como volver a casa después de una breve ausencia, para encontrarse con que todo lo que uno amaba se había alterado hasta el extremo de que era imposible reconocerlo.

O como mirar el cristal de un espejo y verse frente a un completo desconocido. Se preguntó si debería considerarse el primer hombre de su generación que llegaba a la Luna, …o si no sería el último.

El Inspector, que ocupaba el diván contiguo, emitió una risita en tono suave.

—¿Le gusta el panorama?

—Sí —repuso Karvel— y no. La Tierra ha cambiado tanto que cuesta trabajo reconocerla.

—En toda la galaxia, no hay un planeta más soberbio —manifestó el Inspector—. Para mí, siempre ha constituido un cuadro majestuoso… El de un mundo viejo, con todos sus recursos agotados, son sus habitantes aferrándose a unos sistemas que se quedaron anticuadísimos. Un mundo poblado por seres que se afanan y van de un lado a otro en ese oscuro rincón del éter, comportándose como si el universo girara a su alrededor. En cierto sentido, aunque bastante oblicuo, eso es lo que hace el universo. No puede negarse que la Tierra es el cuerpo celeste natal del hombre. Según la tradición, durante mucho tiempo, los hombres que se alejaron por el cosmos no hacían más que soñar con el regreso, pero cuantos lo hicieron experimentaron acto seguido una decepción tan enorme como la que usted vive ahora. Algunos, incluso, se sintieron cruelmente defraudados porque, respecto a sus sueños, la realidad fue como un insignificante granito de verdad respecto al colosal cascarón de la leyenda. Los sueños y la leyenda son eminentemente más satisfactorios que el realismo y la verdad, por lo que llegó un momento en el que los hombres dejaron de regresar. En el fondo no sé si adoro a ese planeta por lo que es y representa ahora o por lo que fue y representó en una época lejana, pero me mantengo aquí, muchas veces, me abstengo de asistir a reuniones empingorotadas y poco molestas, a fin de contemplar a gusto ese cielo maravilloso, cosa que, por otra parte, hago siempre que me lo permiten las obligaciones propias de mi cargo.

Karvel esbozó un gruñido que no le comprometía a nada. Las obligaciones propias del cargo del Inspector no le impresionaban en absoluto. Había visitado los lujosos aposentos del cuartel general establecido en la Luna, con su numeroso contingente de personal



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