Fuego y belleza by Willow Rose

Fuego y belleza by Willow Rose

autor:Willow Rose
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Juvenil
publicado: 2018-05-20T22:00:00+00:00


capítulo Veintiocho

Jazmine se despertó en mitad de la noche. Abrió los ojos y se dio cuenta de qué la había despertado: al otro lado de la ventana un búho ululaba mientras miraba por el cristal, pero eso no había sido; fue otra cosa… unos pasos sobre su cabeza.

Venían del ático.

La muchacha se incorporó y miró al techo que se movía y parte de la pintura se estaba desprendiendo.

Hubo más pasos y golpes, y luego… ¿Qué era eso? ¿Cánticos?

Jazmine intentó volver a dormirse una vez que los sonidos pararon, cerró los ojos y apoyó la cabeza sobre la almohada, y segundos después se encontraba de nuevo despierta por el sonido del ático.

La joven se incorporó y luego balanceó los pies en el borde de la cama:

—Debe de ser una broma —Se dijo a sí misma y volvió a dirigir la mirada al techo. Ya había escuchado esos ruidos allí arriba pero jamás tan fuertes. Estaba preocupada porque fuese otro animal aunque los cánticos la hacían dudar que lo fuese.

Tenía la sensación de que era algo diferente.

Jazmine se levantó de la cama y caminó por el pasillo donde vio que la escalera para subir al ático estaba bajada. Al acercarse y subir con cuidado de no hacer ruido pudo escuchar los cánticos con más fuerza.

Al llegar arriba, descubrió a sus padres que estaban vestidos con una especie de túnica morada. Había unas cuantas velas colocadas en un orden concreto mientras ellos canturreaban palabras extrañas que su madre leía de un libro bastante gordo.

«¿Qué diablos? ¿Eso es un pentáculo? ¿Qué están haciendo? ¿Son adoradores de Satán o similar?», aquella idea hizo que un fuerte escalofrío le recorriese todo el cuerpo. Nunca se hubiese podido imaginar a sus padres como satánicos o como quiera que se llamasen.

El cántico continuó y algo apareció entre ellos; parecía una especie de fuego y entonces Jazmine sin querer provocó que una madera de las escaleras crujiese y ambos se giraron.

La muchacha se agachó y vio a BamBam, lo agarró y lo lanzó al ático con la esperanza de que pensasen que había sido él.

Debieron de hacerlo porque en seguida el canturreo continuó y Jazmine juraría haber oído una pequeña explosión. Aterrada por lo que sus padres estaban haciendo bajó las escaleras a toda velocidad y se apresuró a su habitación cerrando la puerta. Se sentó durante un largo rato con la oreja pegada a la puerta y escuchándoles cómo continuaban con su extraño ritual; cuando terminaron, la muchacha les escuchó bajar, cerrar la escotilla e irse a su dormitorio.

Una vez que los sonidos pararon y no hubo más hasta pasado un buen rato, Jazmine abrió la puerta y se aproximó a la escotilla agarró la cuerda que colgaba del techo y la abrió con cuidado de no hacer ruido. Después se arrastró hacia arriba hasta el ático donde encontró un enorme libro de cuero que todavía estaba abierto en una página. Jazmine utilizó su móvil como linterna para alumbrarlo e intento leer algo:

—Incendia —pronunció y luego lo repitió—. Incendia.



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