Flores en otoño by Clara Ann Simons

Flores en otoño by Clara Ann Simons

autor:Clara Ann Simons [Simons, Clara Ann]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Erótico, romance, romántico, romance lésbico, lesbic, lésbico, novela erótica, LGTBIQA+
editor: Amazon Digital Services LLC - KDP Print US
publicado: 2022-08-24T22:00:00+00:00


Capítulo 9

SARA

E scucho de fondo a Iris gritando desesperada, aunque no consigo entender lo que dice y siento crecer la ira dentro de mí por lo que Chelsea ha hecho. Mi hermana se ha quedado callada, no entiendo qué se le ha podido pasar por la cabeza para contarle a Iris lo de Paul, solo sé que eso significa problemas para mí, graves problemas.

Soy consciente de que tarde o temprano se lo tendría que contar, ya lo he alargado bastante al fin y al cabo, pero preferiría haber elegido yo el momento más adecuado e imagino que ahora mismo Iris estará en estado de shock con lo que acaba de escuchar.

—Chelsea, ¿qué coño has hecho? ¡Eres imbécil!—grito enfadada sin obtener respuesta alguna de mi hermana.

Golpeo con rabia la mesa con el puño haciendo caer dos pequeñas plantas que estaba trasplantando a otra maceta y lágrimas de impotencia brotan de mis ojos mientras insisto en la conversación con mi hermana.

—Chelsea, ¡contéstame, joder! ¿Qué coño has hecho? ¿Qué pasa?—grito cada vez más enfadada.

Ya no se escucha la voz de Iris, solo la de Chelsea que musita palabras que no soy capaz de entender. De repente, escucho mucho más barullo de gente, gritos, prisas y lo que parece una sirena.

—Chelsea, joder, ¿me puedes explicar qué coño pasa?—chillo nerviosa.

—Es mejor que vayas directamente al hospital, es la madre de tu novia, la llevan a Burlington, creo que está bastante mal—contesta Chelsea con voz angustiada.

«Mierda» gruño con un nuevo puñetazo sobre la mesa. Si la van a llevar hasta Burlington es que debe de estar muy mal. En Rabell Falls tenemos un centro de salud que cubre todas las necesidades básicas, pero cuando pasa algo grave, no nos queda más remedio que acudir a Burlington que, aunque no es la capital del estado, es la ciudad más grande de las que están a una distancia más o menos cercana.

Recojo a toda prisa las plantas que tengo sobre la mesa y cierro el ordenador antes de salir como un rayo por la puerta y subirme a la moto en dirección a Burlington.

Al menos, con el sol de la mañana se ha derretido la nieve y tengo la carretera despejada, otra cosa será para volver esta tarde si cae una nevada, espero que el tiempo aguante o me tendré que quedar en Burlington a dormir.

Con un fuerte sol cegándome los ojos salgo del pueblo y, tras un pequeño trayecto por una carretera secundaria, tomo la salida a la Interestatal 89 en dirección norte que me llevará hasta Burlington en poco más de cuarenta y cinco minutos.

Conduzco con cuidado entre el tráfico de la autopista por si hubiese todavía algún parche de hielo desde la noche, aunque supongo que el trasiego de los camiones que van hacia la Costa Este de Canadá lo habrá ya derretido a estas alturas.

En cualquier caso, lo último que necesito es que me pongan una multa por exceso de velocidad, eso me retrasaría mucho más y además, me quedan pocos puntos en el carnet de conducir.



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