Filosofía Para la Vida by Jules Evans

Filosofía Para la Vida by Jules Evans

autor:Jules Evans [Evans, Jules]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Filosofía
editor: ePubLibre
publicado: 2012-01-01T00:00:00+00:00


LA HISTORIA DE JOE

A algunos, la experiencia de Landmark les resulta muy útil y transformadora, pero se trata de un tipo de coaching bastante radical, y un poco drástico; lo admiten ellos mismos al hacerte firmar un impreso al principio del curso donde pone que aunque Landmark sea seguro al cien por cien, existe el riesgo, ínfimo, de «conductas levemente psicóticas» (me encanta lo de psicosis «leve»), y que «se tiene constancia de suicidios no explicados en menos de uno de cada cien mil participantes». Se nos «aconseja encarecidamente» a no seguir el curso si sufrimos trastorno bipolar, depresión o insomnio, o si no estamos del todo seguros de nuestra salud mental, y se nos advierte de que el personal de Landmark carece de formación psicológica. Pese a la claridad de todas estas advertencias, hubo algunos en el grupo que me tenían preocupado, como un indio que lloró al contarnos los abusos sexuales de que había sido objeto durante su infancia. A duras penas hablaba inglés. ¿Entendía lo que le decían? ¿Entendía las risas del grupo? ¿Se daba cuenta de que no se reían de él, sino de algún comentario del líder? Pero no hubo tiempo de averiguarlo. El espectáculo tiene que continuar[4].

Hay personas vulnerables para quienes la experiencia de que les deconstruyan en público su «egorrollo» puede ser traumática. Para Joe, en todo caso, lo fue. Recién acabada la universidad, a principios del nuevo siglo, estaba deprimido, con la autoestima en horas bajas, y sin poder escapar de un trabajo administrativo que aborrecía. Al oír hablar de Landmark, se apuntó. El líder de la sesión de Londres a la que asistió Joe se llamaba Alain Roth. Durante el fin de semana, varios participantes se pusieron en pie y compartieron con el grupo sus traumas personales. «Había casos de violación, de abusos, uno que había matado a su padre…», cuenta Joe. En vez de compadecerse de las revelaciones, el líder ridiculizaba la autocompasión del orador, e insistía en que asumiera la responsabilidad de lo ocurrido. Una chica, por ejemplo, explicó que la habían violado, y el líder insistió en que ella misma había «abierto una vía» para que le sucediera aquello.

Joe fue el primero que se levantó para enfrentarse a la autoridad del líder.

Recuerdo que estaba muerto de miedo. Dije: «¿Y si lo único que quieres es que todo el mundo reconozca que no todo es posible?». El líder adoptó un tono despectivo. «A ti lo que te pasa es que te gusta hacerte el listo». Me quedé hecho polvo. De repente empecé a preguntarme si era verdad, si podía ser un inútil que se aferraba a su intelecto, y volví a sentarme. No es que acabara de dar un gran paso… es que no tuve narices para irme.

Durante los siguientes tres días, Joe estuvo cada vez más estresado, pero se sintió en la obligación de continuar para cosechar los beneficios del curso. Una vez finalizado este, ya no entendía nada. Sufrió una reacción de estrés muy grave que inundó de adrenalina su sistema nervioso, como si estuviera en peligro de muerte.



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