Fútbol para novatos by Luigi Garlando

Fútbol para novatos by Luigi Garlando

autor:Luigi Garlando [Luigi Garlando]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Infantil, ¡Gol!
publicado: 2015-07-06T11:16:34+00:00


El apasionante partido de fútbol-curling lo gana al final el equipo de João, que en realidad tenía un jugador más, porque todas las pelotas que ha chutado Issa han salido de la pista.

Al volver al hotel, João, Becan y Nico van inmediatamente al cuarto de Fernando.

—Bueno, chicos, ¿qué tal os ha ido? —pregunta enseguida el hermano de Pedro—. Contadme…

—Hemos hecho todo lo que hemos podido, pero no ha sido fácil —contesta Dani con una mueca de actor de primera.

—¿Por qué? —insiste Fernando, preocupado.

—Hemos intentado meternos en medio de los dos —explica João—, pero Peter siempre se las apañaba para quedarse hablando y bromeando con Clementina.

—¿Y qué le decía? —les apremia el mecánico.

—¡No podíamos acercarnos a escuchar! —interviene Becan.

—Pero sí que he visto una vez a Peter sacar el móvil y apretar algunas teclas —añade Dani.

—¡No me puedo creer que Clementina le haya dado su número de teléfono! —grita casi Fernando, antes de ponerse a toser y beberse de un trago el vaso de agua que tenía en la mesita de noche.

—Puede ser, pero no estamos seguros. A lo mejor le acababa de llegar un mensaje… —aventura João.

—De todas formas, ya no tengo fiebre. Mañana estaré en la pista, ¡y pondré en su sitio a ese Brad Pitt de las nieves! —asegura el hermano de Pedro con tono beligerante.

Al salir de la habitación de Fernando, João y Dani tratan de ahogar una carcajada tapándose la boca con las manos. En cambio, Becan se muestra algo dubitativo, y les pregunta:

—¿No os parece que estamos pasándonos, colegas? No veo nada bien jugar con los sentimientos de la gente…

—¡Qué va! —se justifica João—. Es una bromita inocente, que no puede hacer daño a nadie.

Por la noche, todo el grupo de vacaciones organizadas Cebolletas sale del hotel para disfrutar de una cena especial, organizada por Gaston Champignon en un refugio de alta montaña, al que llegan a bordo de unas máquinas apisonadoras de nieve. Se ha apuntado también Violette, que después del partido de curling parece haber recobrado el buen humor.

Remontar las pistas de esquí de noche, entre el silencio del bosque y bajo un maravilloso cielo estrellado, es un auténtico espectáculo.

—¿Qué miras? —pregunta Eva a Tomi, porque lo ha visto concentrado con la cabeza levantada y la nariz aplastada contra la ventanilla de la apisonadora.

—La luna, está preciosa —contesta el capitán.

—¿Y qué le dices? —insiste la bailarina.

—Que me alegro de que estés aquí y no bajo la luna de Pekín —contesta Tomi.

Eva sonríe, tan dulce como la luna.

El refugio, hecho íntegramente de madera, iluminado con velas y decorado con viejos aperos agrícolas colgados de las paredes, es encantador, y la cena, a base de carne de caza, exquisita. Entre las sonrisas de Issa, las salidas de Armando, las historias de Fidu y los infinitos recuerdos de los partidos de los Cebolletas, la cena transcurre agradablemente.

Hasta que de repente se produce un acontecimiento inesperado.

La camarera, que va vestida de campesina de otros tiempos, coloca sobre la mesa, delante de Violette, un enorme plato de ensalada.

La



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